lunes, julio 23, 2007

15 Minutos a Solas: Reflexiones

(Nota del Posteador: Sale con un día de retraso, perdonen. El laburo lo puede todo)


Estar sentado y sin hacer prácticamente nada, por el paso de largas horas, me permite hacer profundas (y no tanto) reflexiones sin más motivo que el sólo hecho de pensar. Las cosas como pensaba que se darían a principios de año distan mucho de cómo se han terminado dando. Es una conclusión un tanto fatalista y algo deprimente, pero es lamentablemente real.

Sentirse realizado es uno de los pasos que sí o sí hay que cumplir para llegar al tan ansiado objetivo filosófico de la “felicidad” (o “fuckin’ happiness”, en el coloquial habla de Ningunlugar). Y es de “esos” pasos, porque es obvio que alguien que no cumplió sus metas no tiene razón porque ser feliz.

Saber que el límite, o el “final”, es visible, tangible, o solamente “está ahí”, ayuda muchísimo en esa eterna búsqueda en la cual, tal y como nos enseñaron en sexto año, radica la verdadera felicidad.

Ese concepto, que suena saca de alguna película “disneyworldlera”, y donde uno puede ver a un muchacho apenas pecoso, de trece años y adorable, convirtiéndose en hombre, a través del crecimiento sostenido de su vida, dándose cuenta que la dicha no se encuentra en el fin, sino en los medios, es tan cierto como el hecho que, a partir del lunes, vamos a sentir en nuestra piel el frío polar que nuestros hermanos santacruceños sienten a lo largo de la mayor parte del año.

Y se puede explicar con varios ejemplos. Siempre es más bonita la gambeta, el caño y el lujito que precede al gol, que la pelota muerta esperando ser recogida con desdicha por el arquero. Siempre es más estimulante tener la pluma en mano y desgarrar una hoja (o servilleta. Recomiendo esto. Mucho más bohemio si es en un bar, o desesperado si es en un hospital) con esas palabras que sangran desde el alma, que leer añejas palabras sobre una desgracia ajena.

Ahora, si todo apunta hacia ese lado de las verdades, quiero que alguien me explique el hecho de porque me siento desdichado de a momentos, y verdaderamente feliz, de ratos.

¿Tengo un problema de “timing” con eso de buscar la felicidad?¿Se cae mi “Google” interno de tanto en tanto, que parece no haber respuestas simples a preguntas sencillamente estúpidas?¿O a lo mejor he estado buscando en el lado equivocado?

Ese es otro problemita. Quien busca la felicidad en el lugar donde no se encuentra, ¿participa en esa búsqueda cuyo fin y medio es la felicidad?¿O la vida te da, en esos casos, una tapita roja y/o naranja con la eterna frasecita “seguí participando”?

Eureka! He ahí una verdadera conclusión: Ser feliz es, entonces, no ganar nunca. Pero NUNCA. Ni siquiera una coca o una pepsi, y ni hablar de celulares, viajes, autos, casas, minutos libres, o mensajes de texto.

Sin embargo, a pesar de eso, el ingrato ser humano se alegra y festeja con esos materiales logros, sin comprender que su alma se empobrece por no saber contemplar la belleza interna de una flor, o el lento y constante erosionar de las rocas, por la acción del viento. Nos perdemos de tanto, por festejar tan poco, y en tan pocas oportunidades.

En fin, dejando de lado el concepto filosófico de “felicidad”, pasemos a las verdaderas reflexiones de lo que no hice, y por lo cual, no soy feliz, aunque debería serlo, porque el no hacerlo significa que todavía sigo en camino de hacerlo, por lo cual estoy viviendo la felicidad, aunque aun no la encuentre realizada. ¿Se entiende, no?

Hasta acá, incluida estas palabras, van ya dos mil ochocientas sesentas letras hermanadas en párrafos cargados de cinismo y objetables puntos de vista. Ahora, le corresponde a Ud., amable lector, escribir una crítica larga para que puedan ver, algún día, el artículo “felizmente” corregido. Mas es un esfuerzo vano y sin sentido, porque cuando vean el artículo tal como ustedes querían y no como yo deseaba, se van a dar cuenta que se perdió el motivo de su felicidad, y por lo tanto yo la habría ganado, porque habría re-escrito de vuelta lo que en verdad quería y no lo que, cínicamente, estaba buscando escribir, pero me sentiria mal porque todos desearían que lo corrigiera, y así sucesivamente hasta el hartazgo y final y Apocalipsis de los tiempos, internet o mi blog, que vendrían a funcionar de sinónimos.

Al fin y al cabo, ¿ven hacia donde apunto?. Les pregunto porque me parece que esto va a prestar para unas cuantas relecturas y una larga (ergo, gratísima) discusión cuyo final será ver en donde radica la felicidad.

Los motivos, al fin, de mi ¿cinismo? son varios y parecen carecer de sentido, aunque la razón verdadera de él (del cinismo, no del sentido) es simplemente estar ahí, festejando ser parte invariable e irrefutable de mi ser.

Es que tengo motivos tanto para ser feliz como para ser un cínico amargo, irremediablemente perdido.

Para ser:

1) Tengo trabajo. Y un buen trabajo, que me deja tiempo para leer, escribir y reflexionar sobre lo que quiero o lo que puedo.
2) Tengo grandes amigos: No son muchos, pero son los justos y tan variados y distintos como podría habernos juntado Dios.
3) Estoy solo: Con todas las letras. Dispongo de la paz y el tiempo que me rodean a mi antojo, decidiendo que hacer, cuando y como.
4) Dispongo de un gran hobby: Aunque no es el momento para hablar de esto, cuando hago paintball es uno de los momentos en más feliz, más en lo mío, me siento.
5) Existe el Commander Keen y, en algún lugar, estoy seguro, existe el casco blanco, verde y amarillo esperando a ser comprado por mi.
6) Vivo en Córdoba, ciudad vibrante como pocas, donde se acontecen eventos impresionantes todas las semanas y posee el lujo de ser una de las ciudades más culturales del país.
Eso es lo más importante. Poner todas las cosas que marcan mi vida a diario sería inoportuno y haría esa pequeña lista demasiado larga, aunque no signifique eso que no vaya a rendirles el homenaje que se merezcan en el momento oportuno.

Y, así como tengo motivos para ser feliz, también los tengo para ser un cínico amargado, irremediablemente perdido.

1) Tengo trabajo. Y culpa de este hay días y noches en los que no puedo hacer nada, debido a que también debo descansar para poder dar lo mejor de mí, en el momento en que lo requiera (hablando de eso, llega a faltar Belén y se arma la batahola acá dentro)
2) Tengo grandes amigos, pero son tan disímiles (y eso que son pocos), que cuesta mucho decidir que hacer, con quién y cómo. Por eso hay veces que nos perdemos de grandes eventos y terminamos en el lugar equivocado en el momento equivocado.
3) Estoy solo. Habla por si mismo.
4) Dispongo de un hobby caro (y controvertido): Ver como tantas personas (en general desinformadas) buscan ponerme trabas para que no pueda jugar, o me juzgan por el dinero que gasto en él, es algo que, sencillamente, me pasa por las pelotas. Lo mismo me pasó cuando tuve un par de discusiones respecto al tema del alcance cultural y artístico del cómic.
5) Existe el Commander Keen, pero no lo hacen más y no sé donde buscar el casquito.
6) Vivo en Córdoba, ciudad sucia, cargada de agua en los baches que pasan de administración en administración sin ser reparados. Problemas de toda la vida que siguen estando ahí, a pesar de que hay herramientas, gente e ideas para solucionarlos.

Ahora, las seis cosas me hacen feliz y a la vez cínico, y todas implican un viaje, un crecimiento en el modo particular de ser, de vivir cada experiencia y de cómo compartimos y con quien.
La verdadera conclusión es que la diferencia entre ser cínico y feliz, es el pie con el cual te levantas de la cama. Lástima que no crea en cábalas.

Y pensar que tenía pensado escribir las razones por las cuales nunca más iba a pisar un boliche. Pero quedará para otro día, después que le de una nueva oportunidad e, irremediablemente, me lleve a casa una nueva insatisfacción.

Cinic than ever.

MatíasREDDi3r
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