jueves, enero 31, 2008

Almafuerte: Avantí! que mierda....

No, no es la banda de Ricardo Iorio ni nada por el estilo. En estos días voy a hablar, tal vez más de lo que a muchos de ustedes les gustaria, sobre el hecho de verse avasallado por toda la mierda que se le viene encima a uno, y de lo que se necesita para salir adelante. Con algo de olor, no lo vamos a negar, pero levantarse y mirar hacia adelante en fin.

Pedro B. Palacios (a ver si sale de memoria) fue un maestro porteño que las tenía bien puestas. Durante el gobierno de Sarmiento, el pelado racista ese se dio cuenta que el bueno de Palacios (que escribia bajo el pseudonimo de Almafuerte) no tenía título habilitante, y lo rajó a la mierda. La cuestión es que Palacios tenía aguante y era respetado, asi que consiguió otros laburos como bibliotecario y esas cosas. Escribió para varios diarios y se erigió, hacia sus últimos días, como un ejemplo venerado por la juventud. En 1917, en la ciudad de La Plata, murió, y muchas de sus obras se publicaron en forma póstuma.

En fin, aca les dejo los poemas que días como hoy te pegan entre ceja y ceja y te dicen "no seas boludo, es muy temprano para bajar los brazos". Espero que les sirva tanto como a mí.

¡Avanti!

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!

¡Piu Avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

¡Molto piu Avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas
para limar las de los otros antes;
Los que van por el mundo delirantes
repartiendo su amor a manos llenas,
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos,... ¡sobrantes!
¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡nunca sigas impulsos compasivos!
¡ten los garfios del Odio siempre activos
los ojos del juez siempre despiertos!
¡Y al echarte en la caja de los muertos,
menosprecia los llantos de los vivos!

¡Molto piu Avanti ancora!

El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado:
No digas tu verdad ni al mas amado,
no demuestres temor ni al mas temido,
no creas que jamas te hayan querido
por mas besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve se deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto,
cómo ansia las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe...
¡Trema como el infierno, pero rie!
¡Vive la vida plena, pero muerto!

¡Moltíssimo piu Avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en esa frágil cárcel de las fieras,
No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones
lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!

La locura

Encuadra las imágenes dentro de tu mente. Despeja el polvo que cubre ciertas palabras y vislumbra a cada letra en singular, y trata de formar todo el texto que tengas en mente. Verás que es limpiar un espejo durante la noche. Harás un trazo y podrás vislumbrar un pedazo de la forma que se esconde detrás de esa capa que cubre el espejo.

Es un ejercicio difícil. No, no termina ahí. Un trazo despierta a su alrededor un vacío en el que no se escribe. Tu línea figurará un punto brillante, rodeado de un espectro que lo realzará o lo dormirá, depende la perspectiva que vayas a tomar para mirarlo.

Encuadra las imágenes dentro de tu mente. Realiza el trazo. Ahora dime, ¿brilla el espejo por el surco que abriste o por la mugre que cubre el resto que destaca su limpieza?

miércoles, enero 30, 2008

La espera

Así. Bajo la luz de la luna recortándose en los acartonados perfiles de las nubes, que eran tajeadas de tanto en tanto por los trazos asimétricos de unos dispares rayos, contemplaba la pared sucia que tenía enfrente. La habitación se encontraba mugrienta y el polvo que empezaba a cubrirlo amenazaba con transformarlo en un ápendice de ese cubo desprovisto de esperanza y vida.

Sólo tenía una compañía, dentro de un silencio abatido por instantes.

Meme: Cuantos feeds lees?

Hace tiempo que no hacía un meme. A decir verdad, quede debiendo unos cuantos hace un tiempo, pero fue hace tanto tiempo ya, que ni valía la pena ponerme a quemarme el bocho para hacer algo que ya estaba re out.

Entonces, JMD me pasó este meme que consiste en una sola pregunta: ¿Cuantos feeds lees?. Y yo hace un tiempo, leía en feeds... Hasta que me fuí al carajo con una cantidad asombrosa (a mi parecer) de suscripciones y de cosas que al final no terminaba leyendo. Asi que un dia, mientras paseaba con la rubia, decidi borrar todo y leer los blogs en vivo y en directo.

Por eso, vamos a ser justos, voy a poner todos los blogs que leo acá, aunque quiero que quede claro que no leo feeds. Si veo un blog choro lo agrego al coso del firefox portable y chau carajo, mañana sera otro día.

En fin, blogs que leo regularmente:

Anchor y Largor del Mundo, de la Naty.
Chupunhuevo, del Esty.
No sabe... pero contesta, de mi en potencia compañera de facultad, Vic.
El Dulce Caliente, de Pame.
La máquina de hacer quilombo, del chango Agz.
Los puertos del Holandes, de Pablo.
Más que nada... Algo, de la Antu.
BlogCoso, de JmD (el chico este que me pasó el meme)
Sangra para mi, de Natuz
Revista Mundo Paralelos, de unos changos de Mardel que están limadazos y se mandaron con un proyecto buenisimo.
Yo, Conmigo, de Fabian Zalazar (historietas)
Peinate que viene gente, de José Playo
Pinchilón Fonseca, de Emanuel Rodriguez.
El último paraguas, de Lucas Valera
Estupefacto, de Lucas Valera
In Your Head, de Juan Olivero
El blog de la "Fierro"
Atencion Viandante, de Pulpo y Dayana, entre otra gente muy copada.
El Blog de Pablo Chumbi

De seguro, hay un montón de más por los cuales me paso regularmente, pero esos son los que más seguido leo.

Y se los paso a cualquiera de la lista que aun no lo haya hecho y que quiera hacerlo.


Saludos y hasta más tarde...

martes, enero 29, 2008

3 Minutos

Entran
en esa parcela alternativa
a los finales
tantas cosas
tan distintas de todas las otras
y que por eso
se pierden
en la mediocridad sin nombre
que las hace diferentes
pero que las mantiene unidas
en la fraterna inutilidad
de desaparecer
dentro del polvo
que marca un círculo
girando en su carrera eterna
de dejar atrás
todo.
absolutamente todo

Por eso
figura en ese espacio
siempre cambiante
el principio de una sombra
el halo que despunta el amanecer
sobre olas dormidas
que nunca llegan a la playa
y también están
la costa
la arena
las piedras
y el viento
pero no
jamás
llegan a conocerse
y todo queda en principios
o finales
esas cosas innombrables
de las arquitecturas simétricas.

Un suspiro.
así parecen ser
las prisiones que construimos
en lugares donde las condenas
pesan mucho más
que las cadenas que nos atan,
una vez que superamos la tormenta
y detrás nuestro queda
el horizonte
herido de muerte
dejando tragarse
por las heladas aguas que lo inmortalizan.
un suspiro. una vida
o todo. o casi todo,
que es decir nada

lunes, enero 28, 2008

intitulado 28.01.08

Dejo
en las noches de verano
que
Pink Floyd escriba por mi.

Hoy siento
que hay
una puerta
ahi en
la nada
colgando de
un hilo
invisible frente
al mar
que se
agita en
la melena
transparente de
las agujas
del reloj
y de
las otras
no sé.

Dejo que la musica
esta saque lo mejor de mi
y le ponga melodia a las palabras
que mueren detrás de las teclas.
Por eso es
por eso
que solo siento
que puedo escribir
asi
escuchando al tiempo
formarse en himnos
ajenos al paso
de las notas que lo conforman.

Hay una puerta
y un cartel
exit salida o algo asi
es pasarla y sentirla atras
cerrada
y con una mota de polvo curtiendo la piel de madera.
ahi
si te digo
es definitivo
bye bye
adieu
auf wiedersehen


improvisado en lo de miguelon

viernes, enero 25, 2008

The Breakfast Club

jueves, enero 24, 2008

15 Minutos A Solas: Tropezar, para levantarse, caminar... y tropezar...

Hoy quería sentarme, dentro de este infierno arquitectónicamente deforme, y pensar en desandar la trama compleja de algo que tenía en mente. O, tal vez, avanzar un poco en la, que se me hace siempre complicada, lectura de “Adiós a las Armas”, de Ernest Hemingway. ¿Quién les dice?. Hasta haber prefacturado y haber atendido con todas las ganas, podría haber hecho, como trato de hacerlo todos y cada unos de los días que me toca estar sentado aca.

Estaba de buen humor. DE MUY BUEN HUMOR. Sobre todo si tenemos en cuenta que de las vacaciones (pedidas para la primera quincena de enero y todavía seguimos acá, en la tierna espera), ni noticias; del sueldo de diciembre, ni la más pálida idea (y no indaguemos sobre los aguinaldos, adeudados desde diciembre de 2006), y de la deuda que tienen los buenitos (léase como “recalcados hijos de grandes putas. Bien merecidos van a tener el infierno, la san concha de sus putas madres”) muchachos de la gerencia con nosotros, la plebe.

Aún así, estaba de buen humor. Febrero pinta complicado, para que mentirles: Facultad, vivir en el interior, deber materias del secundario y un trabajo de 8 horas mal pago, no es un panorama alentador, pero lo mismo, esperaba ese mes con buena cara, porque significaba empezar “en serio” el 2008. Gente nueva, de vuelta la experiencia de la facultad, las expectativas que iban tomando forma, dejar atrás un fantasma inmundo como el secundario. Por eso estaba de buen humor: las cosas iban tomando forma, lentamente cayendo en un lugar certero, como si de un juego de tetris se tratara. Es más, tener franco este fin de semana (ahora, mañana, ahí a la vueltita de las doce del reloj), hacía que el reseco césped donde estaba parado pareciera un poco más verde. Pero...

Lo aburrido que sería el mundo si no tuviera “peros”...

Vamos a ir por partes, más ahora que este año me prometí ser organizado y metódico: Enero no me gusta. Me parece un mes de mierda desde que era chiquito, cuyo únicas cosas salvables eran la llegadas de los reyes. But, guess what?. Crecí, y cambiaron las perspectivas de las cosas. Los reyes son sólo el día en que faltan y pasaron seis meses para mi cumpleaños y es, por default, el cumpleaños de Martín. El resto: Un mes aburrido, caluroso, donde Córdoba se vacía y no hay una mierda para hacer por ningún lado. Excepto, estos últimos años, trabajar, primero en la distribuidora y ahora desde donde ensayo estas últimas palabras, porque gracias a Dios se acaba.

Este año, decididamente, lo comencé con el pie izquierdo, por el tema de las vacaciones y otras circunstancias personales que no vienen al caso porque ya las discutí con quienes consideré necesarios discutirlas. A esas personas, mil gracias. Tenía planes para las vacas, que, por razones obvias, se fueron al caño. Es incompatible ir de viaje y estar en la guardia, atendiendo gente (sudando porque la administración del Hospital Español Medical Plaza S.A. decidió violar toda normativa contra incendios y soldar las ventanas de la guardia, convirtiendo este puto lugar en un maldito infierno), sobre todo en el aspecto físico y si se da al mismo tiempo. Entonces, decidí postergar el viaje, aunque por la fecha elegida hubiese tenido que reducir la duración del viaje debido a motivos estudiantiles. Lo mismo, quería hacerlo, aunque fuese estar dos días.

Por otro lado, en lo que se refiere sentarse y escribir, o recostarse y leer, fue un mes más. Libros que pude leer (Varios) y algunos que me resultaron imposibles (Faulkner, por ejemplo), y que me sirvieron para tomar ideas y replantearme algunas cosas, y buscar experimentar algunas cosas nuevas, tanto en el tema de la escritura como de forma personal.

Todo venía así. Intrascendente, de verdad, dentro de lo que enero ya me tiene acostumbrado, hasta el día de hoy, el leiv motiv de estas palabras.

El ocho de enero presenté, a la gente de la mal llamada y pésimamente aplicados “Recursos Humanos”, una nota, “a los efectos de solicitarle cambio de turno a partir del 1º de febrero del corriente año, por motivos estudiantiles”. Así, burocráticamente hablando, les dije que en febrero cambiaban mis prioridades. Fui a la oficina, presenté la nota y mi vida siguió el curso normal al cual enero me tiene acostumbrado. Para ser honestos, mucho no me sorprendió que la gente de recursos no haya movido el orto para ver las soluciones que, en teoría, les tendría que aportar al empleado. Lo sucedido con las vacaciones me había dado ya un triste antecedente.

Pero, que se yo, ilusamente (ponele) esperaba un gesto de buena voluntad por parte de esta gente. Llegar hoy al trabajo y enterarme que en febrero, si queríamos vacaciones, íbamos a tener que trabajar 12 horas o dobles turnos, además de que (a ver si adivinan....) no me iban a cambiar de turno, lo que produciría una nueva incompatibilidad entre mis horarios (Facultad, de 14 hs aproximadamente hasta las 21 hs, entre el cursillo y la carrera en sí, y trabajo de 14 a 22hs, todo el mes incluido feriados, excepto siete días al mes, que en febrero iban a ser seis), y encima que no iban a pagar el sueldo que nos tendrían que haber pagado hace dos semanas, me hizo plantear seriamente unas cosas a la oficina de recursos, donde la srta. Belén Avaca se excusó de su incompetencia y la de su oficina, alegando que “ya muchos problemas les había causado”.

Veamos, entonces, que problemas me han causado ustedes, Srta. Avaca y gente del aparato administrativo.

Cuando me pasaron del turno noche a trabajar a la tarde, ni se me consultó si de algún modo eso interrumpía algunas actividades que yo estuviese llevando a la tarde. Solamente, me informaron que, desde el mes siguiente, mi horario era otro. Y mis proyectos para esa mitad del año, quedaron de golpe truncados. ¿Me oíste quejarme? No. Cuando la gente del turno tarde me preguntó si yo podía pasar a la tarde, les dije que no, porque tenía ya mis cosas organizadas. Pero lo mismo, les pasó por el forro de las pelotas, al igual que otras tantas cosas. Alegando que iba a tener que renunciar, me terminaron por pasar. Me pidieron ser “un buen compañero” y lo fui. Lo mismo me pidieron las veces que tuve que cortar salidas porque ustedes no pagaban o porque mis compañeros me dejaron clavados en otros turnos, y yo, de boludo, lo fui. Y ahora, cuando yo pido que ustedes sean buenos compañeros, que me ayuden a desarrollarme profesionalmente (recuerdo muy bien que me hicieron firmar un reglamento en donde ustedes decían que el desarrollo del personal era lo más importante, pero no puedo alegar nada, ya que ustedes todo lo firmado se lo pasan por el culo), empiezan a decirme que tal, que cual, que no se puede.

Así que, ¿saben que?, por mi pueden irse bastante bien a la mierda. De ustedes, ya no tengo ni esperanzas de cobrar una parte de todo lo que me deben. Y ni hablar de meterme en un juicio desgastante para cobrar una pequeña plata que, por más que me haga mucha falta, no me va a servir para mucho, en vista de gastos que provocaría una demanda judicial y etcétera.

Les aviso, nomás, que desde el cuatro de febrero, yo a la tarde no voy a estar disponible. Va para Víctor, Nati y Pablo, también, para que vayan organizándose y puteandome, si quieren. No es mi culpa, sino la de los pelotudos que alegan ser quienes se preocupan por nosotros.

Y si no les gusta, pues, por mí tranquilamente se pueden ir de vacaciones al mismísimo canto que forman sus dos cachetes del culo. Es más, si quieren, les cedo mis semanas de vacaciones. Así de paso se las pierden por el hueco por donde no entra la luz del sol, saben?

Rutina

Hoy empiezo una nueva rutina, para ver que onda de cambiar algo de este año que parece destinado al reset.


Mierda.... Menos de un mes y ya el reset



Antes siempre esperaba hasta febrero para enviarme una cagada....

miércoles, enero 23, 2008

Censura en los videojuegos: Arremeten contra el Counter Strike

Sí. Se avivaron. ¿Acaso pensamos, gamers pros y usuales, que ibamos a terminar saliéndonos con la nuestra? ¿Que ibamos poder escaparle a la ley, presos de nuestros desbalanceo psicológico, alterando la salud psíquica de la comunidad? Esa ley, muchachos, es implacable, les advierto, con nosotros, que jugamos juegos que incitan a la violencia y que, como tales, podrían ser constitutivos de incitar a la violencia pública.

La ley, en verdad, es implacable con cualquiera que no tenga o participe del poder. Por eso, en esos devenires extraños de la vida, a quienes les toca ahora es a nosotros: los jugadores de videojuegos

Yo no me considero un gamer. Ni a palos. No tengo el tiempo, ni la práctica, ni la capacidad para convertirme en uno de ellos. Juego de tanto en tanto, como para despuntar el vicio, y muchas de las veces que juego es con abandonware. Asi que, dentro del gran espectro de jugadores de Half-Life, Counter Strike, NFS y otros tantos juegos que requieran de habilidad además de tiempo (el MU y otros MMORPG no entran en mi categoría de juegos), algun que otro muchacho debe andar puteando por una razón que a mi, aunque me indigne, la encuentro hasta divertida e irónica.

Si algo nos ha enseñado la vida y las polémicas que tienden a repetirse invariablemente a través de los años, es que prohibir es fomentar el deseo. Es un concepto obvio y básico. Los últimos ejemplos que hemos visto han sido los vanos intentos de frenar el uso de dispositivos celulares y de aparatos mp3 en clases. ¿Ha funcionado esto? No!. Entonces, ¿por qué seguir intentando algo que no se puede? Bueno, señores, habrá que ver quién está más loco: O la gente esta, que hace propia la voz de la gente bien de la Capital, que sigue tratando de llevarnos por el camino que una parte de la gente bien considera correcto, o nosotros, que antes de criticar las cosas las probamos.

Dicen The Hives, en una de las canciones de su último albúm, "Locura es tratar de hacer dos veces la misma cosa y esperar un resultado diferente". Le paso con el Carma, les paso con los celulares, con los mp3, y ahora les va a pasar con el Counter. Pero que gente pelotuda por Dios!.

El otro tema en cuestión, más allá de esta gente con (evidentemente) demasiado tiempo al cuete, es la susodicha influencia del mercado en las mentes infantiles. Qué la música, que el cine, que los videojuegos, que la literatura, que la mar en coche. Es mucho más probable que un pibe mal contenido, con posibilidades reales de acceder a la droga, se convierta en violento por la necesidad de drogarse, no por jugar al counter o escuchar cumbia villera.

La sociedad nos condiciona, gente! No los videojuegos.

Polémicas similares: Columbine, Virginia Tech, Carmen de Patagones (y en esta linea, cada vez que un enfermito decide usar a sus compañeros de dianas), el tema de las picadas y el Need For Speed.

Hasta cuando? a ver... hasta cuando?

Ah! y quiero verlos prohibiendo un juego cuyo código es gratuito y hay miles de mod's para descargar de internet en forma gratuita...

Los quiero ver...

que a que viene esto? ... a esto

y les dejo, de yapa nomás, un videito de lagfiles, que tambien están algo secos con el tema


Intitulado 23.01.08

Soñé
con el embrujo alucinante
de tu entrepierna salteña
y la dulzura de tu voz
acariciandome.
Soñé
hace ya no se cuanto
con tu dorada figura
de encanto angelicales.

Pero fue.
Un sueño que se sueña
ya es caduco
y pasa a formar parte
de un recuerdo inexistente
porque
es obvio
no fue.

Hoy hay
asi como te digo
un punto
luz, tal vez,
brillando en la noche
eso se llamaria, entonces, estrella
pero no es estrella, no señor.
Las estrellas no duelen
al menos que sean
en dibujos animados, y esta
duele
la puta si duele
es mirarte pasar y hablarme
y no poder decirte
que soñe con tu voz
y tus piernas
y el embrujo de tu figura,
alentadas y creadas
por el murmullo lejano
del ventilador.

Bar de Ruta

La pregunta, en ese lugar y en esa situación, y encima tirada a boca de jarro, no parecía estar más desubicada. Es más, hasta pestañeó un par de veces y pidió, atragantado por el pedazo de pan con milanesa que bajaba por un lado y la necesidad de hablar, que subía en dirección contraria, que le repitiera la pregunta.

- ¿Por qué en tus historias nadie se chamuya a nadie?

No, no había sido un murmullo raro en donde el ventilador confundía las palabras para jugarle una bizarra broma. Esa extraña pregunta, esa pregunta que nadie le había hecho y que él jamás hubiese intuido se fuera a dar en su presencia, había salido con una ligereza y una brutalidad más propias de las carreras que se corrían tiempo atrás por esos parajes que el cansino paso de multitudes diversas y desparejas, contradictorias, que podían llegar a detenerse en ese café por esos días.

Él otro ya picaba con handicap, no tenía forma de negarlo. Estando los dos solos ahí, sentados en esas banquetas circulares que cuando uno quería girar se trababan en un punto con un clac seco y compartiendo un sándwich de milanesa de más que dudosa procedencia, tenía que competir en ese extraño sprint, en ese “tire y afloje” de preguntas incómodas y silencios distantes a ser definitivos.

La llanura, afuera de la estación de servicio vacía, se extendía verde hasta donde durmiera el horizonte. Un viento suave acariciaba los tallos que empezaban a surgir y lejos, bien lejos sobre la línea que separa el sopor celestial de nuestra terrenal vigilia, unas nubes de tormenta presagiaban el estruendoso caos de luminosa candencia. Los aparadores vacíos, las heladeras cubiertas de polvo y el piso blanquinegro lustroso, iluminado por el sol pálido de la tarde colándose por entre las tiritas de las cortinas, daban a la sonrisa que esa pregunta había generado un aire ofensivo.

- Ni idea de lo que me estás hablando – dijo, y sorbió un trago de coca cola directamente de la botella larga que tenían entre medio. Su vista se dirigió hacia el diario, donde una parodia del pasado desfiguraba las antiguas contiendas de titanes.

- Dale, che – arremetió el otro -. Te estoy preguntando nomás, por curiosidad, porque tus personajes no se levantan ninguna minita nunca.

Bandera Amarilla.

Sé acomodó en la silla incómodo. Trató de girar, pero el clac lo detuvo cada vez que intentaba arrancar, como si fuera un motor empecinado cuyo encendido trabajaba por cuenta propia. Los labios de aquel chabón lo ponían nervioso. Apuro un pedazo de sándwich con un trago de gaseosa, mientras leía una crónica, tratando de dejar pasar esa obstinación.

- Mirá los pelotudos estos – dijo, extendiéndole con la mirada gacha el papel manchado de aceite del diario.
- No te hagas el pelotudo y responde de una vez – lo interrumpió el otro, con un gesto de malevo transfigurando su cara.

La fotografía de dos autos superando una curva quedó contemplando las aspas del ventilador, que giraba ajeno a la charla de ahí abajo, y humedecido un poco por el roce con la botella de vidrio que había en la mesa.

- Decime de una vez – le pidió -. Tampoco es algo a lo que hay que tenerle vergüenza, che. Es sólo curiosidad.

Hubiese dado su mano para saber porque hacía esas preguntas. La curiosidad no motiva preguntas extrañas en bares desolados y perdidos en el medio de los campos, donde los únicos indicios de existencia son intersecciones rojas, si la calzada es de asfalto, o azul, si es de tierra. En esos cruces de tinta en el papel, la pampa se estremecía por el paso de los tractores y los camiones, quienes corrían hacía el horizonte del llano y las curvas ocultas, en parodias grotescas de pasos antiguos ahora y tapados por el polvo. Con tristeza, pensó que ahí también él era parodia.

- ¿Para qué querés saber?
- Para saber, nada más. Me parece extraño que alguien de tu capacidad no pueda escribir un dialogo de levante.

Incómodo, trató de acomodarse en el asiento. Clac. No había necesidad de responder, pero el juego así lo indicaba. Hasta nuevo aviso, aquel que tenía enfrente marcaba las pautas, y lo hacía sin apuro, con pasos medidos, sin dejar de ver su estrategia. ¿Habría alguna acaso?

Clac

- ¿Podés quedarte quieto un segundo y responder, por favor?
- Esta bien – terminó cediendo -. No me salen. Será la timidez o que se yo que cosa, pero no me salen. Las cosas naturales de todos los días no me motivan como para escribir sobre ellas. Creo que ya lo habíamos discutido antes.

El silencio que los separó fue táctico. Una parada en boxes como para medir el pulso y ver hasta que punto se podía seguir tirando hacia delante. Afuera, el compás desparejo de las gotas sobre el techo empezaban a dibujar el tramo que se vendría durante esa parada inesperada. Se retaban en silencio, mediando tan sólo un trecho de piedra limpia, una gaseosa de marca y un par de sándwiches de milanesa a medias, como si afuera los truenos fueran estampidos de viejos motores oxidados y la lluvia que empezaba fuese el aceite que los dos estaban esperando desde hacia mucho tiempo.

- Vos sabes – dijo, mientras se acariciaba el pelo y trataba de adivinar las sombras que los relámpagos dibujaban en la pared – que nunca fui muy bueno con esas cosas. Ni en la vida real ni en el resto. Lo habitual, lo diario, lo que fuese una especie de eco de las pequeñas derrotas diarias y de las batallas que precedían esas derrotas, no me interesaban en lo absoluto. No era trascendente – movía las manos despacio, con gestos aprendidos por la repetición y por cierta memoria que iba más allá de los nombres y los apellidos. Algo más profundo. Como el vértigo que nos despierta una mirada curiosa -. Por eso siempre apunté a algo más allá. A algo que sea capaz de dejar su huella marcada en forma imperecedera. Los grandes problemas me llamaban, como si en ellos estuviesen las respuestas y no en los avatares cotidianos a los que tantas veces negué – un silencio propició a que sus dedos marcaran tranquilamente el ritmo de un tango sobre la mesa -. Además, yo no soy como vos. Casi podría decirse que pertenecemos a mundos diferentes, che.

La sonrisa se había ensanchado. Casi hasta el borde de una risotada. Tal vez los truenos, ruidos que despertaba el campo ahí afuera bajo la lluvia, los motores imperecederos rugiendo detrás de la historia y la risa muda que tenía enfrente fueran partes de la misma cosa. Un hilo vital que descubría una veta ínfima en el tejido del caos.

- Mira vos – comentó – así que es por eso. Por algo tan simple como eso.
- Y sí. Nunca fui capaz de retratar lo cotidiano como vos.

Podían compararse ligeramente en un par de aspectos, pero en cuanto a esencia, eran demasiados distintos. Uno trataba sobre temas profundos y trataba de dejar la huella en lugares distantes, allá donde las costumbres se confunden y los nombres dejan de tener sentido ante los paisajes irresistibles. El otro, desde la cotidianidad de las caderas y los voluptuosos escotes, marcaba el ritmo de una sensual mitología más cercana a los arrabales del lado de los ríos inmóviles o rugientes, de las caricias y las sonrisas y ojos brillosos que callan tantos misterios que en sus pieles se escriben. Eran corredores de carreras largas e impensadas, donde se terminan perdiendo el origen de las palabras para que sobrevivan esos gestos solemnes.

Borrando su sonrisa, tomó un trago de coca. La silla debajo de él, cuando giró para pararse y dirigirse hacia la puerta, sonó solemne en el silencio.

Clac

- Lo mío siempre fue relatar la épica de los grandes, Mario – le dijo el otro, que había quedado sentado entre los restos del almuerzo -. Por eso nunca pude escribir el chamuyo para levantarse una mina.
- El problema no es ese, Juan – dijo Mario, parado al lado de la puerta -. Sino que en la búsqueda de tu excelencia, te olvidaste del barro de los humildes, de donde vos habías nacido.

La bandera a cuadros. Y el final, solemne, de la derrota, vestido de silencio, en una estación de servicio abandonada en el medio del campo, donde sólo dibujan la realidad líneas perdidas de color azul y rojo en un mapa.

Vueltas

Digamos que es
como releer la hoja,
procurando detenerse
en todos las comas, los puntos
los párrafos, las letras.
Acariciar las palabras
que escribimos en
anteriores horas
donde se necesitaba encausar
de alguna manera
esos minutos que
no queremos se pierdan
en abismos a los que si
a esos si
no se puede volver.

Volver
cantamos todos
en algun momento de nuestra
vida
con la frente marchita
las nieves del tiempo platearon
mi sien.
Miramos los calendarios
y las imagenes que nos detuvieron
allá lejos
cuando el mundo era un paño inocente
donde podíamos plasmar todos
nuestras esperanzas,
ajenos a todos los miedos que empezaban
a surgir.

Así es la vuelta
sobre el césped que esta allá
congelado en la distancia.
Con el recuerdo a flor de piel
y todos los sentidos analizando
cuando es el momento
en que la hoja se vuelve amarilla
y las flores se convierten
en secos pétalos
de palabras subrayadas
por otra mano
que no fue la mía.



Improvisación Libre - 23/01/08

domingo, enero 20, 2008

intitulado 19.01.08

Finalmente:
Escribo esta carta para quien
quiera pueda o decida
leerla y hacerse cargo de esta
miseria
¿miseria? si ponele asi y que quede
que abate las gotas
que cruzan mi piel.

Asi que
hoy digo y no callo
el dolor que causaste
el estremecimiento que me recorrió
en una fuerza subita
de la decandecia asomandose
por los atisbos polvorientos
en donde anidan las arañas
y si decir ventana queda muy obvio
forjando el gris de acero
de la muerta mañana.

Tan solo tu voz
como el canto
de los versos escritos
en el delirio de tu ser
si tan solo hubieses visto antes
TRATANDO DE ABRIR
en el dia
una atisbo de esperanza
en la mano que tenias todo lo imposible


y hoy
que para vos escribo
finalmente
las heridas que sangran
y las lagrimas que no cesan

a vos
todo y la nada
y el mas incorde adios

jueves, enero 17, 2008

Diario: Dia 5 - Parte 2

Día 5 – Parte 2

Shallow skin, I can paint with pain
I mark the trails on my arms with your disdain
Slipknot – Everything Ends

Decir, a esta altura del cuaderno, que enero es un mes imposible, harto aburrido y que sería mejor que del 31 de diciembre pegáramos un salto hasta mediados de febrero, más o menos, es una obviedad para todos y cada uno de los cordobeses que, como yo, buscan en estos mediodías adelantados de sol abrasador un lugar de ligera frescura, como para tratar de llegar a la noche, esa noche cuya luna recién es contemplable en su esplendor cerca de la medianoche.

Pobre quienes tengan que escribir sobre la luna, digo. Los del Gobierno no pensaron en todos los poetas que pululan por estos lares cercanos a las sierras. Ni en el reloj biológico de todo el mundo, dicho sea de paso.

Ahí me encontraba yo, entonces, sentado en el bar, bebiendo un café cerca de la una y media de la tarde. No me sentía extrañado, porque siempre fui de hábitos algo taciturnos y de despertarme bien entrada la mañana. El café era en parte para estimular ese sector de la mente al cual asocio con la creatividad, y que se aloja detrás de mi ojo derecho. Los días después de un trabajo intenso me despertaba casi siempre con un fuerte dolor punzante en ese lado de la cara, y los médicos a los que consulte y parte de mis amigos decían que se debía a que pasaba demasiado tiempo mirando la pantalla de la computadora, y que nada tenía que ver mi vena poética con eso. Yo los miraba algo estúpido por el efecto de los analgésicos y de la cafia, tras lo cual los despedía y me sentaba sólo en el departamento a putear y a tratar de seguir escribiendo.

La razón por la que tomaba café esa mañana era bien distinta. La última semana me había dedicado a un frenesí alcohólico en base a la fermentación de la cebada, cuyos resultados visibles fueron otros que iban un poco más haya a la falta de creatividad que traía consigo estar tirado sobre un sillón, a medias desmayado. Dolor de cabeza, dolor estomacal (especificar “hígado” es otra obviedad innecesaria), irritación de... bueno... se imaginan, además de un estado de ánimo ya de por si bastante despreciable.

Sobre estas cuestiones me quedaba meditando, mientras revolvía lentamente el café. Como siempre, por más que en un principio no me lo propusiera, terminaba haciendo un repaso y un pequeño balance de lo que había sido el año anterior, y tratar de vislumbrar lo que me deparaba este. En frente de mí, los cadáveres de las bolsitas de papel del azúcar bajo en calorías me recordaron una noche que pase con unos amigos en otro bar, un poco más alejado de ahí, y con mucha mayor predisposición para encarar otro año que nacía. Perdí aquella inocencia, pensé, mientras una cascada cristalina rompía el embrujo ocre de la espuma. En ese instante, el “Gordo” se sentó en la mesa.

La frente perlada, la nariz ganchuda donde una vez nos dijo que se había reventado un grano con una cuchillita gillette, los dedos chuecos que apuntaban cada uno en dirección diferente y que únicamente parecían coordinar cuando agarraba el joystick de la playstation, la camisa sudada y unos cliches verbales que portaba desde nuestras épocas de pendejos gamers (o sea, viciosos) y jugadores de picados bajo la lluvia, son la mejor forma en que puedo definirlo. Siempre voy a guardar un buen recuerdo de él, al punto tal que una vez le dediqué un cuento que escribí para un concurso literario, en mis tempranos años de juventud.

Para Pablo G., decía, por pelotudo.

Los jueces no supieron entender esa muestra de amistad fraternal.

Se sentó al frente mío y le pidió a la moza que le trajera una cerveza. Hice una mueca cuando le especificó que fuera una Quilmes.

- Y trae dos vasos – aclaró, mientras miraba a la moza morocha irse caminando. No sé porque razón, pero me pareció que ella era un fragmento de la ciudad que latía detrás de la frágil piel de vidrio que nos contenía. Hacía tiempo que ese sentimiento no me asaltaba. Agité la cabeza, con la esperanza de poder erradicarla por unos instantes de mi mente. Necesitaba abstraerme.

- ¿Para qué dos vasos? – le pregunté a Pablo.
- Para que tomemos y brindemos, bolu, si hace un montón que no nos vemos. Desde el año pasado, más o menos.
- ¿Con veneno querés que brindemos?
- Uh – dijo como diciendo “pero que rompepelotas que sos, chabón” -. Mierda que te volviste exquisito desde que agarraste aquel laburo.

Con aquel laburo se refería a mis días de trabajo en una funeraria de mi pueblo. Lástima que esto es sobre el presente, porque esa parte de mi pasado cuenta con algunas delirantes anécdotas.

- ¿Qué queres tomar, entonces?
- Algo que se pueda tragar, sería un ejemplo – le dije.
- ¿Y algo que se pueda tragar que vendría a ser?
- Y... Un ferné con coca, una heineken o una Corona...
- Ehhhh – otro de sus cliches heredados de la adolescencia - me queré fundir, vos?

La moza depositó los vasos y nos miró extrañada. Estábamos discutiendo en voz alta y el gordo algo se había exaltado. Yo tenía un atisbo de sonrisa en la cara. Tal vez fueran los ojos de ella y el recuerdo que traían sus cabellos y su sonrisa, o fuera a Pablo, a quien tenía al frente y que parecía en verdad indignado por no querer aceptar la Quilmes.

- Trae una Heineken, por favor – le dije y su mirada marrón brilló con demasiada intensidad. Tal vez fuera que el aire acondicionado me había puesto algo susceptible, pero algo en mí se había destrabado.

Pablo se relajó y la silla rechinó debajo de su cuerpo.

- ¿Y? – me dijo -. ¿Qué mierda era lo que te estaba pasando?

Una sonrisa se asomaba en mis labios, y se contagió de pronto a la suya.

- Nada, gordo. Nada me andaba pasando.

Siguiendo en esto de los comics y las historietas...

Bueno. A mi los comics y las historietas me gustan, tanto por los dibujos como por los guiones. Sé que suena algo infantil decirlo pero me pasa por las bolas parecer infantil a esta altura de la vida. Como les decía, me gustan los comics y la historieta, aunque por razones económicas (no trabajaba y no tenía plata) y "académicas", ponele (ya saben, escuela, facultad, toda esa gilada), no me compraba muchos comics ni historietas porque eran caros y no me servían mucho para el cole. Además que no sé dibujar ni a palos, asi que eso tampoco servía como excusa. Y como a los elementos de estudio los compraba la mami con la plata de papi, el boludo del mati veia comics e historieta solamente en los puestos de diario, y de pasada nomás por la biblioteca, cuando se aburría de tener un par de libros durante medio año encima de la mesa acumulando polvo e iba y los cambiaba por cuadernos fotocopiados de mafalda. Sí, de ella.


Pero, hace poco más de un año, mati empezó a trabajar. Y, fieles a la costumbre, al mati le pagaban. Cuando querian, es cierto, pero le daban platita al mati para que mati hiciera las cosas que aún tuviese pendientes, como comprarse (muchos) libros, remeras de bandas de rock (la de rammstein, la de slipknot y hasta ahí llegué. me debo la de almafuerte, pero bueh), ir a recitales (el Cosquín Rock del año pasado, el de este año, también, y más le vale que esos alemanes hijos de puta decidan venir porque sino viajo yo y les meto los lanzallamas por el tuje), comprarme cds originales (si, ya sé. dieciocho años y no tenía cds originales. ya sé), un celular como la gente (me lo cagaron robando), una camara de fotos digital (perdida), y jugar al paintball.

Como de todas esas cosas he hablado, menos de los comics, hoy voy a hablar de viñetas, enfoques, autores y todas esas cosas. Ayer les conté que la primer revista de comics que me compré fue la Fierro. Más que nada porque tenía el nombre dormido en el incosciente. Pero antes (un par de meses antes) me habia comprado un libro que había sacado un colectivo de historietistas, llamadas "Historietas Reales". Y ese fue mi verdadero contacto con la historieta.

Entre los autores que ahí había, uno que me llamó la atención fueron el señor Fabian Zalazar, Mr. Exes y el que hacía "El Granjero de Jesú"(sic), cuyo nombre no puedo acordarme y no voy a ir hasta mi casa a ver como se llama (edit prepost: Ángel Mosquito). Sí, porque posteo de un ciber, aún ¬¬. Aunque escriba algunas cosas en casa, esta la escribo desde aca porque me hacian falta los links y las imagenes y ese largo etcetera que todo el mundo dice que debe tener un post, y que generalmente no sigo ni respeto.

Volviendo al tema. Los muchachos estos de Historietas Reales son un grupo de gente que tienen un blog donde cada uno va posteando, de acuerdo a un cronograma semanal. Es decir que el lunes postea fulano, el martes mengano y así hasta llegar al domingo, porque el lunes de la otra semana postea de vuelta fulano y asi y asi y asi hasta que llegue un día en que la gente de Microsoft saque un producto como la gente (sí, me pegaron muy mal los videos del LagFiles. Me cagan de gusto). Con lo producido en el blog estos muchachos han sacado un libro, el cual compré por 15 pesos en un puestito de Río Ceballos, al haber leído algo antes en una página esas del diario de algún sábado (único día de la semana que compraba el diario en mis épocas de repartidor de la distribuidora) que no lee nadie ni por puta casualidad. Es más, leía hasta el suplemento de arquitectura antes de leer esas páginas (Creo que eran regionales o una de esas cosas con recuadros pequeñiiiiiiiiiiittttttttooooooooooooosssssssssss, y la opinión de una chusmosa), pero ahora que lo pienso puede que haya estado en la parte de atrás del suple de espectáculos, y que debe haber sido invierno cuando muy tarde primavera, porque no se colgaban con culos ni tetas ni nada por el estilo, ni la pseudo farandula carlospaciense.

El libro es una antología de las personalísimas producciones de los autores (de quien más, sino?), y la premisa que seguían es que fuera medianamente (tampoco vamos a decir que era un calco de la vida real, porque por regla general estos muchachos trabajan como diseñadores y otras cosas que no son ni divertidas ni emocionantes, y que si hicieran una serie de esas sería doloroso para el espectador como ver una de las telenovelas de Cris Morena sentados sobre un hormiguero de marabuntas) autobiográficas y reflexivas. La producción es extensa y variada, y ha seguido después del libro, lo que hace pensar es que es un proyecto serio a largo plazo y que va por su segundo año ya.

En una entrevista, con motivo del lanzamiento de la Fierro (catalizador entre otras cosas de que yo deje de escribir pelotudeces sin sentido y vuelva la idea de hacer un blog sobre cultura y otras giladitas por el estilo), para el suplemento Radar, del diario Página /12 (a esta altura parece ser el único diario que leo, la pucha), Juan Sasturain (el que dirige la Fierro) dijo que estos muchachos eran los que, entre otros, habían tomado la posta después de la Skorpio se fuera al carajo. Así que, si saben leer entre líneas, son gente acostumbrada a estar fuera del mercado ¿tradicional? ("¿hay un mercado tradicional de comics?", te preguntarás. Y la respuesta es que, "por supuesto, mi amigo". "¿A qué te refieres entonces, si eres tan amable?" . Nos(me) referimos(refiero) a quienes se dedican a hacer manga editoriales extranjeras, o a dibujar superheros para mercados de afuera, entre otras tantas alternativas como diseño de videojuegos, diseño de tapas, coloreado, guionismo, etc, etc, etc), y que se dedican, entre otras cosas, a hacer diseño gráfico, publicidad (gráfica. No la de las radios), diseño web y otras tantas giladas que nada tienen que ver con este post.

La capacidad para realizar cosas out the box que suelen tener los denominados "artistas autogestionados" raya en lo increible, y se merecen un reconocimiento que pocas veces se les he dado. La consolidación del concepto de web 2.0 ha permitido la consolidación de un mercado alternativo, que prescinde del papel y del clásico modelo del fanzine, y, al salirse del concepto material de publicación, logra una mayor masividad y contacto directo con el público consumidor, entre quienes estoy yo, el boludo que no sabe hacer cosas como esta.

PD: Las imagenes las subo más tarde, como cuando termine de juntarlas porque la bosta esta de mierda no quiere abrir la puta ventanita para subir imagenes, porque me dice que no puede procesar mi solicitud. Que se pierdan la solicitud por el centro del toor blogger, el mozilla y la puta conexión de mierda esta. Edit: Imagenes subidas.

miércoles, enero 16, 2008

Entrada 200: Un post ferroso

Podría esperar un par de días y sacar este post 200 justo cuando el blog cumpliría seis meses, pero no sería justo y, en fin, lo estoy escribiendo hoy y no quiero estar esperando como un boludo cuatro días para poder postear algo, más cuando es mucho muy probable que me termine olvidando de que mierda les queria hablar.

Primero lo primero: Quiero agradecer a todos los que se han pasado, estan pasando y estarán por pasarse por este lugar (ahora) blanco, lustroso y brillante, con dejos azules en las pelotudeces del sidebar, los tags y los links. A todos ustedes, que hacen posible que dedique horas y horas a escribir y a leer para tratar de ser mejor (Capuchas, Pablo, Agz, Pame, Pende, Lucas, Miguelon, Vic, Pulpo, Dayana, JmD, Antu, Esty, Heladero y a todos de los cuales pueda olvidarme no soy muy bueno en esto de dar agradecimientos) muchisimas gracias. Y espero que sigan viniendo...


Ahora, voy a hablar de la "Fierro", la revista que sale los sábados (o los domingos, ni idea, yo la compré antes de ayer, y por pelotudo nomás no me compré la Playboy con las fotos de la Cherubito en tapa -encima teñida de colorada- que estaba para redarle) y que es un rejunte de varios autores nacionales, entre los que se encuentran De Santis, Saez Valiente, Trillo, el Tomi (el de "Polenta con Pajaritos") y otro mundo de gente, como Max Cachimba, Liniers (participó un par de veces e hizo la última tapa, so don't fuck con que no participa) y del que voy a hablar más adelante porque me caga de gusto como dibuja y el realizador de las dos tapas que se muestran más arriba, Lucas Valera...

Pero vamos por partes, dice un chiste trillado sobre Juan el-saca-tripas, y encaremos por el comienzo.

La Fierro es "LA" revista argentina de comics e historieta por excelencia, debido a ser la producción masiva de mayor repercusión en estas tierras (argentina, no córdoba). En su ahora denominada "primera etapa" (allá por los años '80) se convirtió en una revista de culto y forjó un espacio único en cuanto a la cantidad y calidad del material, transformándose en un referente obligado para muchas publicaciones y fanzines que le siguieron. De concursos que ella organizó surgieron grandes talentos, como el citado De Santis, de cuyo libro "El Enigma de París" había escrito un review que borré sin querer y que me voy a tener que sentar a escribir de vuelta, que después ganaría varios premios y es ahora considero un excelente escritor. Bien merecido se lo tiene, este groso aun jovén y fresquito.


Volviendo al tema, Fierro ha vuelto a salir (la primicia más vieja que se me haya ocurrido dar), esta vez junto al diario Página/12, desde el noviembre del 2006 y yo, como buen boludo que soy, no me avivé hasta entrado enero, cuando conseguí el tercer número (con una tapa espectacular del groso de Chichoni, dibujante y pintor cordobés de la gran concha de la lora) y me dije: "que pelotudo, me perdí los dos primeros". Larga historia corta, me encantó, y desde entonces todos los meses al volver o al ir al trabajo paro en un quiosco de diarios y la compro.

Uno de mis autores preferidos es un chabón llamado Lucas Varela, que por más que diga que les gusta las mujeres de tetas chicas (y que no es el mismo -creo- que el de "El último Paraguas"), sigue teniendo un estilo muy particular y de un trazo preciso y limpio (nada de experimentaciones de trazos cruzados, colores raros y todos los demas cachirinfulos que saben estar dando vuelta por'ai). Como se ha dicho, dibuja para la Fierro, ha hecho tapas para la revista Rumbos (que sale todos los domingos junto a La Voz del Interior, entre otros matutinos del país), escrito, juntos a otros autores, el fanzine Kapop, y ahora ha sacado un libro, donde hay varios exponentes de su personalísima producción.


Entre los delirios de este muchacho, se pueden ver cosas como las de Paolo Pinoccio o el Síndrome Guastavino, joyas excelentes y hasta un poco salidas del molde (y ni hablar que no son aptas para menores), en donde su trazo definido y caracteristico se nota y se hace fácilmente diferenciable.

Fuentes:

Página/12
Fierro
Lucas Varela
Argenzines

Diario: Dia 5 - Parte 1

Día 5 - Parte 1

Maybe you’re the reason why

I’m losing all my decency
Limp Bizkit – The One

No hay peor enemigo, en estos días de reflexión postraumáticos, que verse atrapado en un bloqueo creativo. Puede que, si a eso se le suma que el aire acondicionado esta roto y uno no encuentra el ventilador, uno pase un día de mierda. Como el de hoy, ni más ni menos.

Me desperté temprano, hacia las siete o algo, y me senté frente a la computadora para ver si podía escribir algo. Como hago casi todas las veces que escribo, puse música en el equipo como para ayudar a sacarme las palabras que tenía guardadas adentro. Para darme un ritmo, tal vez. Pero no. No pasaba nada. Estaba seco.

Bastante seco, de por cierto.

Escribía un párrafo o dos, leía, seleccionaba todo y apretaba delete. Nada me convencía. Probaba con cambiar de enfoque, de alternar estilos y discursos. Nada. Pasar de prosa a poesía, ida y vuelta. Escribir cualquier cosa. Una frase con la que me sintiera complacido, que me hiciera decir “bueno, este martes no estuvo completamente desperdiciado”. Pero no, no me salía nada.

Una de las peores torturas es tener que ver el cursor titilando, con ganas de putearle, y no poder escribir una sola palabra al respecto que le sienta a uno cómodo. Y peor si es por cerca de dos horas.

Tomé un libro de la biblioteca, entonces. Hacía mucho que no leía y creí que serviría un poco para distraerme y ver un poco el tema este del bloqueo. No pasa sólo por ahí, es cierto, pero tampoco creo que su partida haya influenciado mucho. El ambiente no es el mismo, pero no dejo que me influya. Debo impedir que ese sentimiento aflore. I wont leave this build up inside of me. Demasiada catarsis son las lágrimas como para tener palabras que la adornen.

Guiado por la ironía del título, elegí “Un Mundo Feliz”, de Aldous Huxley. Lo abrí tratando de concentrarme, pero no hubo caso. No pude. Traté probando otro. “El ruido y la furia”, de Faulkner. Tampoco. “El Señor de las Moscas”, de William Golding. Nada. Volví a uno de mis viejos preferidos, “1984”, de George Orwell, pero tampoco pude sentirme.

Empecé a recorrer la biblioteca con cierta desesperación, mientras a mi alrededor crecían las pilas de libros y se amontonaban algunos sobre la mesa ratona que tenía en frente.

- La puta madre.

Me dio miedo, todo lo que me pasaba, porque una cosa es no poder escribir por estar pasando un momento de mierda, por decirlo así - o por meter una excusa, quién te dice -, pero otra muy distinta es no poder ni siquiera leer. O sea, leer sí. Pero concentrarse en la lectura, no.

Tomé el teléfono y llamé a un amigo, compañero de la facultad a la que alguna vez había intentado ingresar. Sonó el aparato un par de veces, hasta que me atendió.

- Gordo – le dije -. No sé que mierda me pasa. No puedo escribir.
- ¿No podés escribir? – me preguntó, con un tono que dejaba entrever cierto fastidio y algo de sueño. Miré mi reloj y vi que era ya casi mediodía, así que no le presté mucha atención a las excusas que estaba argumentando.
- ¿Qué sos sordo, boludo? – dije, entre nerviosas risas -. Sí, no puedo escribir.
- Me estás cargando, che – me dijo -. ¿No era que a vos con diez minutos te bastaban para escribir algo de la puta madre?

Recordé las canciones que había escrito para la banda de Germán, otro amigo, hacía un tiempo, y que le habían servido bastante, y que, extrañamente, habían gustado. Él había dicho que diez minutos había sido el tiempo en que había tardado en escribir cada una de las letras. No mentía, pero tampoco es lo mismo una letra que el proyecto que tenía entre manos.

- No es lo mismo – le dije -. Esto es mucho más serio, y encima tengo una reunión con el editor el viernes.
- ¿Pero no tenés nada nada?
- Obvio que sí, pero creo que me haría falta más como para ir a mostrarle todo encaminado.

Un pequeño silencio del otro lado, y la confirmación que esperaba.

- Nos vemos esta tarde, si te va. Aunque, mirá las pelotudeces por las que me venís a molestar.

Cortó, dejándome con un “ahí están los amigos” en la punta de la lengua.

La diferencia que hay entre la desesperación y el bloqueo total es la fuerza con la que este último nos agarre. El bloqueo puede durar lo que dura, un café, una botella de cerveza, un viaje de colectivo, un par de jornadas, pero la desesperación se ensaña con el pobre que la sufre y nos hace ver que es difícil encontrarle una salida pronta al tema. Y ni hablar de exitosa.

En eso estaba meditando en el café, un bar concurrido de esos que hay de amontones en el centro de Córdoba, con la libreta abierta sobre la mesa. Tratando de despejarme había agarrado “París era una fiesta”, de Hemingway; y había logrado al fin despejar un poco la mente. La forma en que retrató la bohemia de aquellos años sepultados logró despertar algo de mi interés y terminé cayéndome en esa silla con una excusa perfecta para tratar de crear algo.

Una palabra venía, con fuerza y silencio, hacía mi cada tanto. No lograba asirla sin que se escapara en los confines de mi mente. El humo del café (el tercero o el cuarto de esa mañana convertida mediodía convertida tarde) subía despacio, ajeno al temor que se anudaba en mis venas. El ruido me enajenaba de a momentos, y al instante siguiente me volvía sensible a toda esa excitación veraniega que clamaba afuera: Los pasos, el murmullo del aire acondicionado, el ventilador girando. Todo. Y vi como el gordo entraba por la puerta.

Cerré la libreta, suspirando. Necesitaba de esa palabra. Lo más pronto posible




martes, enero 15, 2008

Intitulado 15/01/08

Nomesalentítulos.asiquenojodan.plis



te.dije.que.tus.ojos.enamoraban.
a.los.debiles.de.corazón.
que.buscan.repetirse.una.y.otra.vez
en.los.errores.que.no.quieren.enmendar.
No.te.dije.sin.embargo.
que.yo.era.uno.de.esas.personas.
que.gusta.de.tropezar.una.dos.diez.treinta.
veces.
con.la.misma.piedra.

el.pasado.es
una.de.esas.cosas.
odiadas.amadas.entrañables.
casi.siempre.en.sepia.
o.en.pinceladas.fugaces.
de.colores.detenidos.
en.la.retina.
y.en.ellas.vemos.
un.cuadro.de.los.
murmullos.silenciados.
de.las.sonrisas.que.
partían.almas.
y.de.tus.ojos.marrones.
que.enamoraban.a.los.debiles.
de.corazon.

el.problema.con.todos.los.cuadros.
es.que.en.realidad.no.pertenecen..
a.nadie.excepto.a.quienes
lo.pintan.
y.a.la.eternidad.
en.ese.ningun.lugar.
el.pasado.es.un.eterno.
presente.

vos.hoy.
sos.una.pequeña.parte.
del.ayer.que.se.materializa.
de.golpe.custodiando.una.
puerta.que.lleva.vaya.a.saber.
a.donde.
no.soy.Alicia.y.eso.no.es.un.espejo.
pero.lo.mismo.te.encaro.y.te.digo
adelante.
las.puertas.son.murallas
dispuestas.para.abatirse.

y.tus.ojos.me.dejan.ver
todo.lo.que.quiero.y
porque.no.
dejan.al.pasado.enterrado.
en.un.desierto.de.sepìa.y.zarpazos.de.colores

Game Over

De vuelta, a empezar de cero.

Digamos que sentirse atraído de vuelta por figuras del pasado es algo que les pasa a todo el mundo. Pero él, en la inocencia, el cansancio y el tedio de una rutina asquerosa de ocho horas, se sentía más propenso a buscar y, finalmente, re encontrarse con aquellas extrañas figuras que parecían esquivar exitosamente el peso del polvo y la herrumbre de los movimientos.

Por eso, cada vez que abría los ojos, pensaba “De vuelta, a empezar de cero”.

No es que le disgustara eso. No, nada por el estilo. Él se sentía cómodo errando por diversos caminos; saltando, pisando, corriendo, golpeando. Le gustaba eso. Era volver, aunque sea por un instante, a los tiempos de aquella gloria efímera para quienes la contemplan desde la lupa de los años, por no haberla vivido, pero eterna para quienes forzaron sus pasos junto a él, que aun no ceden ante la añoranza de una década muerta, a la que también yo le soy ajeno.

Me miró aquella mañana, un día húmedo y pesado de enero, con la misma confianza y esperanza de siempre. Tarde o temprano, acudiría cada uno al llamado del otro, para hacerle frente a ese ambiente gris, sofocante, donde el ventilador era tan sólo un sourvenir que despertaba más iras que las que aplacaba.

- Pero que ventilador de mierda – decíamos -. No refresca un carajo.

Y así, el pobre se convertía en otra victima de nuestras puteadas, junto a los directores, los alumnos, el gobierno, Al Qaeda, Bush, la falta de pago, el paro de colectiveros, la inflación, y el clima de mierda que nos hacía cambiarnos de remera tres o cuatro veces para, al final, desistir y ponernos en cuero y sentir como se nos pegaba en la espalda los caños fríos de los respaldos de la silla. Como el primer contacto era sentir una puntada fría en la espalda, mi primo se incorporaba de golpe y gritaba furioso, antes de revolear cables y controles por el piso.

- Vayanse a hacerse mover – nos decía a mi y a mi hermano, antes de retirarse de la pieza para irse a tomar al sol al patio -. Voy a tomar sol un rato – aclaraba, aunque afuera estuviese tan nublado que en cualquier momento era posible que empezáramos a formar parte de una tragedia holywoodense.

Él, mi primo, se asomaba y nos miraba como si estuviese contemplando el mundo viniéndose abajo en cualquier momento.

- En un ratito se larga una que la tormenta perfecta te la metes en el orto – sentenciaba entonces.


A mi hermano se le abrían los ojos grandes como platos, y un pequeño brillo de temor le empezaba a agitar el labio superior. Lo miraba entonces y le sonreía, tratando de calmarlo y levantando el joystick que había dejado caer al piso.

- No te hagas drama – le murmuraba, a veces fastidiado, porque la escena en los tormentosos veranos tendía a repetirse varias veces -. Esas cosas solamente pasa en Los Ángeles.

Más tarde, nuestro primo volvía y se sentaba al lado nuestro y nos contemplaba con los ojos achinados, por el sol que le había dado de lleno en la cara, o frustrado, porque ni la tormenta se había desatado ni el viento había azotado nuestro patio. Yo agradecía entonces, secretamente, no vivir en California. Con la cara roja y con las partes del cuerpo que no quedaban contenidas dentro de la superficie de la toalla llenas de pasto, venía él y se sentaba a mirarnos, como les decía. Entonces nos contemplaba y silbaba por lo bajo ante nuestras pequeñas hazañas, y reía entre dientes cuando empezaba a irnos mal, ya cerca del final del juego.

Cuando el cartel de Game Over se asomaba en el juego, reía más fuerte.

- Aguante el Güinin – silbaba con su voz de serpiente, como queriendo retarnos.

- Perdete la plai 2 en el orto – le decía yo, entonces.

Pero él seguía, inamovible. Cada vez que perdíamos, mi primo decía eso, aunque él fuera incapaz de hacer ni siquiera la mitad de las cosas que hacía mi hermanito, cuatro años menor que él.

Es más, creo que la primera mala palabra que dijo mi hermano, fue respondiendo al insulto ese, que lo único que lograba era enfrascarnos más en nuestro añorado y ajeno mundo de 8 bits y sonidos monocordes.

- Cerrá el culo, puto – le dijo, antes de meterle un patada en las canillas.

Díos, si que me fui por las ramas. Hay veces que odio eso y otras veces me encanta de sobre manera. Muchas veces empezaba, y aún empiezo, hablando de algo inocente o de un tema en particular, como un libro, una peli o una historia, y empiezo a encadenar acontecimientos, fechas, boludeces varias, comentarios de terceros, a esos terceros, y termino con un tema radicalmente diferente. Un ejemplo sería algo como empezar hablando de la segunda guerra mundial, y terminar charlando sobre los dividis de alta definición.

Sí, sin lugar a dudas. Con este tema me fui a la mierda. Vamos de vuelta, a ver.

Les contaba que a él, no mi primo, sino otro (no, otro primo no. Otra persona que en realidad nada tiene que ver con mi primo, el güinin, la plai 2 y los días plomizos del caliente verano. Bueh, en realidad sí, pero en fin... Generalmente no estaba con nosotros), siempre parecía pensar “bueno, de vuelta, a empezar de cero”.

Y no era por el clima, ni las sandeces de mi primo, ni mi hermanito puteando por primera vez. Él se mantenía ajeno a eso (creo que aún se mantiene) y el único contacto que establecía con todas esas trivialidades era el hecho de ser el catalizador. Cada vez que se sentaba con nosotros, terminábamos agarrándonos casi a las trompadas, como si tuviese que hacer patente esa discreción que se tener yo, de partir de juegos y llegar a las manos.

Y sin embargo, él y nosotros (mi hermanito y yo siempre, mi primo de tanto en tanto), jugábamos y nos regocijábamos en esa inocencia que parecía nunca se iba a perder, frente al tele (cuidadosamente puesto a punto bajo la normativa PAL-N, porque sino no se veía nada) y con un vaso de burbujeante coca cola en nuestras manos, mientras el calor no cedía ante la noche que crecía puertas afuera.

Una postal grandiosa: Niños sentados, esmerándose en una marca que jamás sería legítima, con un vaso de gaseosa en sus manos, frente al tele. Viéndolo desde acá , se podría decir que aquel tranquilamente podría haberse hecho pasar por un típico verano de mediados de los noventa.

Fuimos siempre, mi hermano y yo (y me atrevo a decir que mi hermano más que yo), gente que trataba de dejar lo mejor, llevándose al límite. Para él, cada juego era único, por más que se repitiese siempre los mismos paisajes, y siempre la misma música. Yo, llegado un momento, jugaba por inercia y reaccionaba recién en los instantes finales. Ahí sacaba a deslumbrar mi imaginaria chapa de campeón. Nos sentíamos orgullosos, inocente o boludamente orgullosos, de ser capaces de realizar esa muda hazaña.

Entonces, tarde o temprano, nos llegaba el final, de algún otro modo. O perdíamos (la mayoría de las veces leíamos “game over” por falta de vidas, y cuando lo ganamos por primera vez y apareció el nefasto cartel, mi hermanito se largó a llorar), o ganábamos, o se cortaba la luz (algo bastante usual, aún en aquella época), o nos terminábamos por cansar y nos íbamos (y nuestro primo a está se prendía sin ninguna objeción) a la pileta del pueblo, o se hacía de noche y había que comer y acostarse a dormir, por más que los kamikazes mosquitos se hicieran un banquete con nuestras pantorrillas, cuellos y pies, aún después de ponernos mil pelotudeces en contra de los mosquitos.

Pero al día siguiente, o después de dos semanas cuando salíamos de vacaciones, nos encontrábamos de vuelta todos (mi primo mi hermano yo y él) frente al tele, con los vasos de coca colmados y nos perdíamos de vuelta en un vistoso paisaje de ocho bits, agarrados de su mano y de la aventura repetida pero vibrante que nos regalaba.

Por eso yo pensaba en aquel entonces, cada vez que enchufaba el NES, que Mario suspiraba y decía “De vuelta, a empezar de cero.”

Lagfiles

Al fin entendí lo de linux



domingo, enero 13, 2008

Retrospectiva

¿No es interesante el modo en que juega la retrospectiva?

Esa pregunta vuelve a mí, de tanto en tanto, siempre que me veo de vuelta mirando a través del hueco vacío de la ventana de aquel hotel lejano y perdido, de paredes grises. No sé porque, pero desde el primer momento en que desde ahí pude oír el murmullo del mar chocando contra la costa de esa ciudad portuaria, sentí como si mi vida fuera marcada por una especie de mano gigante que dobla la esquina de esa hoja en particular. Y cada vez que abro el libro gigante y pesado de mi memoria, esa página salta y me pregunto si no es interesante el modo en que juega la retrospectiva.

Podía verme esa mañana de verano reflejado de espaldas en el espejo del otro lado de la habitación, meditando sobre los encadenamientos azarosos que me había llevado hasta ahí. Sentía recorrer con la vista mi flaco perfil de espaldas a la habitación y al espejo, como si fuera un anónimo espectador dentro de una habitación cargada de historia y en donde figuras y muñecos representan a quienes alguna vez la habitaron. La vista marcaba un surco desparejo que bajaba desde el pelo corto de la coronilla, pasaba por los omoplatos de la flaca y pecosa espalda, se detenían unos instantes en el boxer negro que usaba yo por aquellos días y llegaba a mis pies, pasando por mis piernas un tanto chuecas y en donde el vello se debatía entre una presencia escasa o multitudinaria.

Recuerdo claramente mi espalda, en esos instantes, por más que no la haya podido ver y no me haya entretenido observando los distintos autos que se estacionaban escaleras abajo, el ruido de algunos pájaros y el murmullo un tanto lejano del mar. Dentro de la habitación, las blancas paredes no acusaban recibo de nada y tu figura parecía plena de paz abrazada a la almohada. Me di vuelta y contemplé durante unos instantes esa caverna plena de secretos y deseos. Tu figura, pequeña y frágil, asomaba apenas envuelta entre las sábanas, y el tono crema de tu piel desnuda brillaba con la luz que entraba desde el estacionamiento. Te veías tan angelical descansando, rendida ante la mañana, indiferente al caos sonoro que se juntaba en mis oídos. Me veo acercándome y sentándome al lado tuyo, contemplando el arco que describe tu cabello cayendo sobre una parte de tu cara y tu cuello. Tus labios, enmarcados por el cabello que los ensombrece, parecen más rubíes que nunca.

Ahí afuera, cruzando el cemento del parque y llegando a la calle, un mundo poco a poco empieza a despertarse. Veo como mis pasos me arrastran hasta ahí, alejándose de esa realidad, y en mi estomago se libera el vacío de sentir de vuelta tu piel. Te toca él, pero te siento yo, que veo esa escena como el mudo televidente en el que me he convertido. Envidio secretamente esas horas pasadas, de tus pechos asomando entre mis manos y tu boca susurrando obscenidades a mi oído. De estar apoyados contra la pared, dejándonos escapar y atrayéndonos, presos en la búsqueda. ¿Cuánto de sepia hay en ese cuadro que contemplo?

Me asomo a la ventana y redescubro cada elemento de aquella mañana. Los autos, los tachos de basura, los carteles. Todo en el mismo lugar. La calle, alejada un poco de la entrada, los pasillos del edificio, moteados de puertas azules y las barandas en el primer piso, alejándose en dirección al asfalto. Todo en el mismo lugar, y me pregunto seriamente si no soy tan sólo yo el díscolo observador que fisgonea en la rutina ajena, ajeno a todos esos lugares cuyos recuerdos me asaltan de manera improvisada.

Tu voz llegó con demasiada fuerza, como si estar contemplando la chapa azul de aquella coupé no hubiese significado nada.

- ¿Cómo andas mi amor? – dijiste, con la claridad que recordaba y ante mis ojos bailaba tu mirada somnolienta y divertida, profundos tus ojos en las sombras rápidas del ventilador, como de seguro bailaba enfrente de la cara de boludo enamorado que siento llevaba esa mañana.

Te estreché contra mi, sintiendo el rubor de tu piel estremeciéndote, y despertando en mí ciertas sensaciones que creía dormidas. Los recuerdos de la noche eran muy fuertes para mí, que contemplaba el parque escaleras abajo y que te contemplaba a ti, envuelta en todos mis deseos y con el halo expectante de todas tus promesas.

- Muy bien, mi amor – te dije, y soné con la voz baja, suave, como si estuviera confiándote algo. Como si me quedara algo para confiarte. Te abracé, recuerdo y sentí como te abraza, sintiendo tus pezones sobre mi pecho y tu aliento empezando a endulzarse sobre mi boca. Con vida propia se movían mis manos y recordaban cada huella marcada. Sentía el calor de tu piel nuevamente, y la vista del sol golpeando y reflejándose en los parabrisas no podía distraer a mis sentidos, despertados y avocados, confundidos en su totalidad, a disfrutarte.

Afuera, un colectivo de larga distancia, desarmaba el camino que lo conducía al horizonte. Y ahí, en la vertiginosa huida de esa habitación en donde una fiera se descontrolaba sobre alguien que clamaba ser presa, me encontré yo. Quieto, al lado del bolso, con la mirada fija en la puerta de vidrio que no decidía abrirse, en un anden cuyo número hoy no importa, bajo el aplastante sol de enero de Córdoba.

Saqué el celular y miré tu último mensaje. Confiado, me había dejado llevar por la corriente de los acontecimientos desde que la cercanía se había hecho inminente. Viendo las cosas desde ahí, desde ese punto de vista azaroso, cuyas coordenadas se perdían en el Google Earth, poco importaba el calor de esos días. Meditaba lo que me había llevado ahí, tratando de parecer ajeno al sudor que tomaba forma curiosas en mi espalda. Esa cadena de sucesos extraños que se dio sin intención de mi parte, por lo menos, había concluido conmigo apostando al todo por el todo, frente a una puerta de vidrio oscuro que reflejaba tanto la luz como mi cara de chico asustado y abrumado que tenía, y que se preguntaba, mirando el reflejo cambiante de su cara en la puerta, si valía la pena apostarlo todo.
Le respondo, desde el mismo anden y desde una distancia insalvable, que sí. Que lo valía. Que lo vale.

Subió al colectivo, seguido por la sombra que se perdió en la fresca oscuridad. Yo tomé su lugar, buscando darle mayor nitidez a esos trazos difusos en los que se convertían las figuras. Los sonidos llegaban apagados pero en mi memoria sonaban con la furia y la insistencia de la realidad. Los frenos, las bocinas, la gente hablando por celular, los pitidos de los videojuegos de los más chiquitos, y sus grititos agudos, los enamorados despidiéndose golpeando el vidrio con el dedo tuc tuc tuc tuc tuc y agitando la mano, los bolsos que se acomodan. Todo me sonaba fuerte y preciso, aunque recuerdo no haberle prestado atención a eso en aquel entonces.

Miré tranquilo como me ubicaba en mi asiento y me reflexioné sobre lo que había pensado en ese entonces. ¿Qué tanto nos mueve la locura? ¿Hasta donde es capaz de hacernos llegar un susurro surgido de entre los chirridos de naves que van y vienen y lo único que dejan es una estela que se pierde para siempre, excepto de las retinas que deciden conservarlas? Recuerdo haberme preguntado sobre la locura y todo lo demás, sobre si creía posible llevar todo aquello hasta el fin. Si realmente quería hacerlo. Veía como las dudas me asaltaban de vuelta hasta que se sentó, con una simpleza que aún hoy me sorprende, al lado mío y me susurró al oído.

- Soy yo

Tu voz resuena en mí, todavía, y en ese entonces, contemplándome también, vi como algo daba un vuelco en mí. Al pasar mi brazo por encima de sus hombros, ese chico que miraba al frente, con ojos grises y a punto de llorar, conocía por primera vez, los contornos de algo que creyó esquivo, irreal: La libertad.

- Lo sé.

La retrospectiva puede cambiar las cosas. Fuiste la libertad para mí. Eso no podría negarlo. Ya no se pueden cambiar todas las cosas que siguieron: Los rumores, las caricias, los finales. Siempre te asociaré con ese sentimiento de que vale la pena batallar por cada centímetro de esperanza, aunque la realidad te juegue en contra y te haga retroceder veinte, treinta o mil pasos. Serás, y fuiste, para mí la palabra solemne que abre todas las puertas y que acomoda todas las cosas. El orden que acomoda lo frágil, lo opuesto y lo que no tiene respuesta dentro de mi universo.

Ahora, contemplo un patio de cemento, fija la mirada en todas las páginas escritas y en las palabras que me rodean. Y te extraño. No se si valdría la penar negarlo, siendo todo tan reciente. Te extraño y se que soy la misma persona que contemplaba autos parados en un estacionamiento, desde el primer piso de un motel, abstraído en el ruido lejano de las olas y del tráfico, y pendiente de captar todos los recuerdos que se vuelven efímeros con el paso de los días. Soy el mismo. Estoy seguro. Aunque hoy haya rejas en esa ventana.

viernes, enero 11, 2008

Se va a todo al carajo

Se me cruzó la rubia y cambié todo....

Habrá que ver...

jueves, enero 10, 2008

Mi último deseo a Venus (Original Mix & Re-edición)

Charlando ayer con Natalia, al haberme pasado ella un video de reggeaton (o como mierda se escriba), sobre una boludez que había escrito hace un tiempo ya, surgió esta idea de re-escribir algo viejo y que me parece, sinceramente, malo: Una poesía, llamada "Mi último deseo a Venus".

La versión original de esta decía asi:


Pensaba que podía volar
dentro de este mundo erótico, pornográfico,
pero todavía sigo perdido,
(Sin alas. No soy ave),
buscando la salida a este lado
para escaparme, desmaterialzarme,
de vuelta, otra vez.

Algún día me encotraré contigo,
justo en el mismo lugar;
y seremos dos almas sedientas
de placer, de amor, de sexo,
volviendose a desgustar

¿Quién pagará esta?
Tú sabes que esto no es gratis.
Mi ilusión es tenerte, poseerte, desearte,
pero mi último deseo es poder amarte.
Así que Venus, sí en verdad escuchas,
dime por cuanto debo comprarte.

No fue tan sólo un intento,
ya que para conocerte
tuve que cruzar el mundo.
Y la noche en que te encontré
pasó tranquila, somnoliente.
Nos conoció como amantes y exploradores,
sin rumbo,
descifrando lo que somos,
y lo que no seremos.
Pero esto no importa,
nada es importante,
mientras sigamos
jugando este juego.

Mis manos tus senos acarician,
a la luz dormida de las velas
recorren tu cuerpo.
Tu cabello se ondulea.
Tus piernas son infinitas.
Eres la forma de mi deseo,
de mi gozo (el rostro de la locura)
Todo pasa tal cual queremos.
Eres inquietante, pervertida.
(Estoy perdiendo mi cordura).

Y la reedición, algo como esto

Pensé que podía volar,
dentro de la inconciencia que me abatía.
Seguía perdido,
en las estribaciones de mi naturaleza,
buscando una salida,
para repetir
los vacíos.

Marcan las nubes
el espacio por donde surcan
aplastantes
los pasos de dios,
dictando los lugares
en donde las enfermades se curan.

Detrás de vidrios,
leemos los rostros
que reconocemos y negamos.
Las ilusiones de tenencia
son subjetivos reflejos
de la lucidez que perdimos
y aun deseamos.

Los dioses
niegan muchas veces
las endebles suplicas
de quienes flaquean.

Hay una imagen
del mundo que conoci
y ahora niego.
¿Soy yo el mismo
que escribió
que nada importaba
sino la inocencia del juego?

Descifrando lo que pudo ser
nos encuentra la mañana.
Las esquirlas de un pasado
ya perdido
se encarnan y juegan
de recuerdo
de lo que pudo haber sido
pero que no será.

Me inclino nuevamente
Bebo de tu caliz
me alimento de tu piel
El universo se curva
sobre tus rodillas y
tu piel invita a todo
perderse ganar vivir
morirse

No acostumbra el silencio
a dejar a los muertos
respirar en paz.


mmm... nada que ver.... pero bueno, la vida ofrece perspectivas opuestas....

¿cual les gusta más? ¿la primera o la nueva?

Opinen... por favor

Puertos

Inútil destrozan las playas
cansadas olas presas en el
hastío que contiene una marea eterna.

Libre del vaivén lunar
incierta su esperanza de harta espera
en las horas que no corren por los puertos
besan sus labios la sombra fugitiva
en sus brazos desmayada.

Dirían las voces que recorren en murmullos
igual paredes que calles el cemento
comparten en la armonía de un silencio colmado
hasta el final de todos tus olvidos.

A tus pasos de musa inquieta, una canción se demora en decirte adiós

Tras las estelas dormidas que dejan
urbes anónimas de las cuales sus nombres
sólo son recordados por los mapas.

Por la mañana
a veces con el ímpetu incongruente del aurora
salen a caminar en esquivos laberintos
osadas ebriedades con perdidas
sombras

Delante de la despedida,
encontraré los pañuelos que se agitan

Mirando por la ventana
usurpan rostros heridos rastros de ojos llorosos
sueltos y prestos en duelos batidos
ansiosos en sus retiradas

A todos los versos escritos,
las servilletas se niegan a borrar
a las noches de madera hinchada
debajo de luces errantes en la
antesala de todos tus besos, todos tus olvidos

adiós

Rosas

La.rosa.tienta.

Más.cierto.que.las.palabras
que.logran.colarse.por.entre
las.paredes.de.historia.que.lo.rodean,

¿Llevan.las.rosas.en.sus.petalos.
una.
tan.solo.
una.
canción.escrita?

En.este.parque.
pareciera.que.todo.
estuviese.escrito.
en.un.pentagrama.
carente.de.
acordes.

La.rosa.tienta.
piensa.mientras.deja.que
las.espinas
abran.en.sus.palmas.
un.rastro.tan.alucinante.
como.el.murmullo.
que.desciende.
noche.
a.
noche.
sobre.todas.las.calles.

Podria.
decirte.que.quiero.poder.trazar.
las.rutas.que.no.llevan.
a.ningun.lado.pero.
que.lo.mismo.nos.llevan.
podria.nomas.
dejarme.confundir.por.
todas.las.razones.
pero.prefiero.esta.claridad
que.me.ofrece.
el.plano.equivocado.
de.mi.mano.y.de.la
sangre.que.la.recorre.

La.rosa.tienta.
y.pienso.entonces.
que.las.rosas.
son.blancas.y.se.tiñen.
con.los.dolores.apenas.callados
de.gente.que.les.canta.
a.ellas.
o.a.vos.
que.lees.y.en.tus.ojos.
dibujas.la.flor.de.mi.locura

martes, enero 08, 2008

Cárcel

Piedra
sobre
piedra

El silencio es
una condena oscura
que espera en
las impuras muertes
y reniega de
aquellas tormentas
que cargan con
los homicidios de
las costas arenosas.

Un veredicto me exilia
a las tierras sin nombre
donde los recuerdos
pesan
y tengo que cumplir
la obligación
de forjarme el olvido
piedra
sobre
piedra.

No hay estructura
cuyas ventanas permitan
dejar huir
todas las pesadillas
que las negaciones
nos siembran.

No existen
cosas tales como
plazos y demoras.
Los condenados sabemos
que esto nunca acaba
sino que siempre empieza.

Cargar encima de la bahía
la montaña el infierno la llanura
y saber que hay una tierra
inexorable
donde se levanta el destierro
que es prision y condena

piedra
sobre
piedra


Cualquier parecido con poesías de Neruda, pura y mera coincidencia. Con las letras de rammstein, en cambio, algo de intención hay =P...

Saludos

Bet


Gracias, Liniers, por ponerle palabras a lo que yo no me atrevo

lunes, enero 07, 2008

Diez

Entre mis manos
tengo
una tormenta.

A la orilla del infierno
se erigen mil ciudades.

La vida es una poesía, inconclusa,
de versos impares,
palabras perdidas
y nubes tapando
un sol que
en ningún lado
puede verse.

Hay un río
que navega
en un mar
de edificios
sin rostro.
Mi ciudad,
tal vez,
como destino
en su huida sin estelas.

Entre mis manos
tengo
una tormenta.

Cenicientos pasos
quedan grabados
en una arena sepia.
Tan sólo
unas palabras sin valor
hubiesen podido
salvarme,
entre estas casas
de arrabales ajenos
a la desgracia que los abate.

La música suena en una ciudad
que es todas las ciudades.

Entre mis manos,
la tormenta se desata,
y la paz, solicita,
rugiendo sobre desiertos
de rostros mudos.

Un río de furia, tiñe los rostros. Adiós.

Nueve

A tus aleteos silenciosos, de ave portuaria.
Se te quiere. Dolorosamente.


Un río de furia
tiñe
todos tus puertos.

Las búsquedas
son implacables
cuando en baldosas
de quiebres
y retomes,
se confunden
los colores de una historia
con el gris
que se abate.

En las palabras calladas
se traiciona
la verdad que nos acongoja.

Hay una razón, dijiste,
pero decidí no escuchar,
aun cuando los pasos
se suceden
tras una estela
de cintura pronunciadas.

Fuiste un sueño.

Un río de furia
tiñe
todos tus puertos
con versos silenciosos
escritos
en la noche.

Ya no hay vuelta atrás.
Tu figura escapando
es sentencia.