lunes, diciembre 31, 2007

Y se fue nomas

Se cumplen, este treinta y uno de diciembre, sesenta y cinco años desde que una ciudad se volvió Troya.

No soy una persona a la que le guste realizar homenajes pero, desde el momento en que leí por primera vez estas palabras, decidí que el último post de este año que se va para siempre, iba ir dedicado a esos caídos anónimos, que hoy tan sólo son recordados por algunos breves párrafos en los libros de texto.

¿Por qué hablar sobre ellos? Porque hablar de una sola persona que luchó y dio su vida por aquello en lo que creía y hasta amaba, que batalló sin tener en cuenta cuan peligroso era ese combate, es hablar sobre todos que alguna vez la tuvieron que remar y pelearla, para tratar de salir adelante. En homenaje a ellos, en homenaje a ustedes, que seguro tuvieron sus batallas, sus decisiones duras e improvisadas, aunque definitivas; les regalo una de las páginas que más me conmovieron este año.



“A las diez de la noche del 31 de diciembre, la artillería rusa en torno del Kessel estalló en una frenética celebración de la fiesta. Dado que sabían que los artilleros soviéticos se regían por el horario de Moscú, dos horas adelantado según los relojes alemanes, los soldados del VI Ejército se habían preparado para el diluvio. Acurrucados en sus zanjas, soportaron durante quince minutos las salvas que daban la bienvenida a un año que prometía ser glorioso para la Rusia soviética.

En el interior de Stalingrado, las esperanzas de las tropas rusas rayaban en lo más alto. El puente de hielo a través del Volga era la principal razón de su actitud. Desde Acktuba y Krásnaia Slóboda, cruzaban ahora el río cientos de camiones, con trajes blancos de camuflaje para reemplazar los destrozados uniformes gris marrón. En medio del río, directores de tráfico indicaban a los convoyes de alimentos los depósitos instalados debajo de las pendientes. Las cajas de latas de conserva americanas empezaron a esparcirse por las zanjas excavadas a lo lago de la línea defensiva desde Tsaritsa a la fábrica de tractores. Las municiones se amontonaban ahora en los puntos donde los artilleros rusos disparaban proyectiles anticarros contra los soldados alemanes aislados.

Durante la Nochevieja, la disciplina en el revitalizado 62.º Ejército se relajó y, a lo largo de la orilla, los oficiales soviéticos de elevada graduación organizaron una serie de reuniones en honor de los actores, músicos y bailarinas que visitaban Stalingrado para entretener a las tropas. Uno de estos artistas, el violinista Mijail Goldstein, se alejó y se dirigió a las trincheras para llevar a cabo otro de sus conciertos de solista para los soldados.

En toda la guerra, Goldstein nunca había visto un campo de batalla parecido a Stalingrado: una ciudad terriblemente destruida por las bombas y la artillería, con montones de esqueletos de centenares de caballos descarnados por el hambriento enemigo. Y como siempre, también aquí se encontraban los siniestros policías de la NKVD rusa, que permanecían entre la línea del frente y el Volga, comprobando la documentación de los soldados y disparando a los sospechosos de deserción.

El horrible campo de batalla conmovió a Goldstein y tocó como nunca lo había hecho antes, horas y horas, para unos hombres que, obviamente, amaban su música. Y, aunque todas las obras alemanas habían sido prohibidas por el Gobierno soviético, Goldstein dudaba de que ningún comisario protestase durante aquella noche. Las melodías interpretadas por él fueron dirigidas mediante altavoces hacia las trincheras alemanas y, de repente, cesó el tiroteo. En el espectral silencio, la música surgía del inclinado arco de violín de Goldstein.

Cuando acabó, un gran silencio cayó sobre los soldados rusos. Desde otro altavoz, situado en territorio alemán una voz rompió el hechizo.

En un vacilante ruso agregó:

- Toque algo más de Bach. No dispararemos.

Goldstein volvió a tomar su violín y empezó a tocar una viva Gavotte de Bach.”



No me convence mucho algunas partes de la historia. Obvio que cierto revisionismo y algo de parcialidad se ha filtrado en esta parte del relato, pero el surrealismo es algo con lo que el ser humano ha aprendido a convivir. Basta hacer un poco de memoria y ver nuestras tragedias propias, las argentinas como sociedad, o las personales que nos marcan, y un cierto halo fantástico pende sobre ellas, como un dejo onírico que hay otra manera, o que debe existir de algún modo, otra visión del mundo, a la cual aun no estamos presente.

Esos hombres ahí, escuchando un violín desgarrando el dolor de sus compatriotas, pidieron por un pedazo de una patria que pronto les sería ajeno. Esa lágrimas que corrieron pero no quedaron en la historia son las razones por las que nosotros no debemos bajar los brazos.

Hay un año nuevo, 366 días que están ahí esperando a que les demos batalla

¿Acaso los vamos a decepcionar?

Seis

"Tier"
no es una palabra a la que recurra
todos los días,
pero hoy se me hace
una sospecha de figura
humana,
más material que la luna
que pende y contempla,
ajena
mis batallas.

Puede ser una cuestión
de pertenencia
a una realidad
que se torna intolerable,
pero así
es la manera en que uno
justifica
vacíos
bancos de neblina
que separa
la luz de nuestras
sombras.

"Tier"
es una palabra
que en lengua germana
significa bestia,
y que hoy
se me antoja
más familiar que los pies que miro,
como continuación de tus piernas,
escapando hacia la noche,
para ser devorados.

Lágrima.
Bestia.
Llorar como si el abandono
tiñera mis manos.

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Corregido oportunamente, antes de pasar ¿más? vergüenza...

domingo, diciembre 30, 2007

Cinco

Tu susurro
acompaña al viento
y revienta
naciendo un eco lloroso
sobre las piedras
y su artificial relieve.

Me pediste una respuesta imposible
dijiste
y en tus cabellos se demoraban
gotas imperceptibles
de rocío
en tus ojos,
creo deseo pensar que
dudaba
una lágrima
en caer.

Es así
con el desden de los victoriosos
como los pasos resuenan en el vacío de tus labios.
Solo basta
ser derrotado una vez
para comprender como pesan
las heridas
que se abren
y se contagian para siempre
del perfume que deja tu estela imperecedera.

Sobre el rio, una gaviota dorada, suspendida bajo la luna.

Una respuesta inamovible, te pedí
¿Qué más definitivo
que el adiós
es lo que alguien está dispuesto a dar?

Las sombras
son imperecederas
ahí donde la luz
decide jamás entrar.

In the darkside of the river
I miss you already

Desearía despertar.

Cuatro

Como noche
las sombras encuentran un pastizal eterno
en donde rondar a sus anchas
y acercarse
para alejarse y tentar
desde el susurro de la costanera
pesadillas imposibles
de dorados ribetes.

Lo sabremos nosotros
quienes contemplamos
los arboles jugar con fantasmas y dejar huellas
de pieses invisibles
sobre las nieves de julio.

Sabré yo, querré decir,
que convivo con las paredes
de una habitación
que me separa de un mundo en donde el hastío
es la moneda corriente,
aunque aca me siente harto.

Tus pasos
subiendo por escaleras
resonando sobre las piedras y bajo la luna
hacen de tu fantasma, un recuerdo,
y de tu caricia, una herida.

Poder decirte
adios
tal vez
una pesadilla que me convida a
repetirse.

¿De la sangre
de tu ausencia
naceran los pasos
que nos guien hacia el aurora?

Esperar. Sólo eso.
Esperar.

sábado, diciembre 29, 2007

Tres

El violín es una lanza,
hecha de violenta fantasía,
en donde se agrupan tu piel
tu mirada
de ojos marrones
y la satinada belleza
dorada
que te envuelve

Bajo notas espectrales
reímos bajo el sepulcro
de una melodía
imperecedera, mil veces
bailada,
pero que a nuestros oídos
se torna antojadizamente
nueva.

Emborrachan las luces
y el difuso amanecer
arraiga tu llanto
a las aguas
inmóviles,
y tratamos de olvidar
esas cicatrices
que se asoman
por debajo
de nuestros pesados
silencios.

El violín te enajena
como un sueño que levemente
cede el paso a la vigilia.
Un destello violáceo
recortando el anaranjado
horizonte.

Las notas estridentes
el pulso
todo o nada
son dos cartas, y
la música
que no se calla
hasta que te vas.

Así es la noche, envejeciéndose .

Y te fuiste,
frente a un río inmóvil,
que me mira sin nombre.

jueves, diciembre 27, 2007

Dos

Con una pequeña
pequeñísima
mota de polvo afanada al techo
balanceo con un compás
erróneo
mis dedos sobre el barniz
de la mesa.

Silbando,
dejo morir los minutos
y sangrar mi espalda.

El impacto de la nuez sobre la mesa marca el ritmo de tus tacones
rasgando la madera.

Tu falda plisada
larga inmensa e histórica
reniega de su pasado
de puertos y manos mugrientas.
La piel de tus muslos
desoyen el gemido
de los tiempos
y las marcas que quedan
son de las batallas que te dolieron
y que aun se reflejan
en tu mirada.

Sobre tu pecho
debe haber llorado medio Buenos Aires,
la ausencia de compadritos
y de la cofradía de los
facones
que aún hoy está ausente.

Arden tus pestañas,
bañadas en el polvo del fuego,
y tus movimientos sobre todos
rescata de las cenizas
el hálito ya perdido
del pasado.

Uno

Un pirata
de incógnito
navega
dentro de tu propia
piel y en el extraño
desafío
de descifrar
los resquicios de tu lengua.

¿Sentira
el viento impactando
contra la bandera
y recorrera
desprolijo y ausente
la cuenca vacía
de la ceguera tempranera?

Yo contemplo
tu belleza de arrabal
y tu promesa de piernas
cargada de desiertos,
entre la calle vacia
de la ciudad de los puertos
en el valle del sur.

A vos,
mi esperanza tanguera,
las manos recorriendo la cintura
y el grito de lujuria
clamando entre tus labios.

lunes, diciembre 24, 2007

Limp Bizkit - Re-Arranged



Just think about it
Lately I've been skeptical
Silent when I would used to speak
Distant from all around me
who witness me fail and become weak
Life is overwhelming
Heavy is the head that wears the crown
id love to be the one to disappoint you when I don't fall down

but you don't understand when I'm attempting to explain
because you know it all and I guess things will never change
but you might need my hand when falling in your whole
Your disposition ill remember when im letting go of...

you and me we're through and rearranged
It seems that your not satisfied
there's too much on your mind
So you leave and I cant believe all the bullshit that I find
Life is overwhelming
Heavy is the head that wears the crown
I'd love to be the one to disappoint you when I don't fall down

.. you're no good for me
Thank God its over
You make believe that nothing is wrong until you're cryin'
You make believe life is so long until you're dyin'
You make believe that nothing is wrong until you're cryin', cryin' on me
You make believe that life is so long until you're dyin', dyin' on me!!
you think everybody is the same
I don't think that anybody is like you
You ruin everything and you kept fuckin' with me until its over

domingo, diciembre 23, 2007

175

Los números son así.

Elementales.


Irrevocables.

Excepto


cuando te dicen


que dos más dos son cinco.


Si, estoy leyendo de vuelta 1984, y que?

sábado, diciembre 22, 2007

i - x

I

Necesito una imagen
que me muestre
preso
tal cual estoy
preso
bajo nada que no sea
mas que una extensión de mi cordura
insurrecta.

II

Mi carcel
es la luz que se cuela por todos lados
¿Cómo hace la ceguera
para escaparse de un
dominio terrenal
que le pertenece al tiempo
y a las estrellas?

III

Todas las paredes saben
que fueron construidas
imperfectas
para ser derribadas.

IV

¿Por qué
veo la puerta
me encandilan los reflejos
pago las apuestas y sin embargo
no me atrevo a jugar?

V

Destinado a perder
en silencios se atreve
uno a confesar
a sus propias entrañas
y sus sollozos
como siempre
aturden.

VI

En el hastío
ya no hay formas de reinventarse.


VII

Busco una forma
de tener alas
para flotar
entre cristales impuros
de prisiones imperfectas.

VIII

Mi única
Esperanza
es esa
la espera

IX

Las frases eternas se escriben
por almas que estan lejos de ser
inmortales

X

Fin.
Una palabra que me dice
que los vuelos se acaban
y los muros
se convierten
en tormentas de arena,
a los cuales sigo
con los pasos errantes
entre espejismos anónimos.
No existe
murmura el viento
una fantasía como el fin.
Todo es comienzo.

Incoherencia

Tengo miedo de tu boca muda, de donde no nacen los colores.
La mirada tosca de seguro descansa sobre el halo pendiente en mi espalda
¿Hasta donde llega
la luz transfigurada en la ventana,
que poco a poco nos ilumina?

Adiós,
es la única palabra que puede llegar a surgir
de esos labios que tientan a los ecos.
Tus pasos resuenan en la escalera,
o así lo cree mi mente.
Debería negarla, pero trato de aceptar que tan sólo soy yo quién puede oírlos,
como el murmullo aterciopelado
que en el carmín escalón
deja estacionadas
las gotas
de agua.

En
las ansias,
que renacen
de a poco y distantes,
siento los vientos despertarse
a la orilla de un laberinto terrestre.
Silbaran en tus cabellos melodías,
que hablaran de las cadenas
rotas caídas olvidadas
y de pobres ojos
que ya no te
ven.

Tu rostro es una palabra onírica, rebotando entre paredes perdidas de páginas olvidadas.
Una foto en sepia.
Un epitafio.
Un mapa.
Un eco.
Todo.

Norte

Tras un velo,
de pesada fragancia,
se recortan los pinos,
acariciando
las plumas estelares
de las naves que llegan.

La madera
cruje, y las velas
se izan
para batirse
n la esperanza
de caricias,
heladas y húmedas,
que las olas
propician.

destello
dorado que, en
el horizonte,
cede el trono
a la luna,
que acaricia
su figura entumecida y reflejada
infinitamente
sobre los fiordos.

La madera cederá
frente al fuego,
que a la traición purifica.
tus lágrimas
serán las mías,
y harán del mar
una isla eterna
perdida.

Libre,

en donde
el océano se funde
con el viento.

Cuento 1

Marchaba con el paso errante que tienen todos los que saben que la condena que tienen en su cabeza es inmutable. Había perdido esa discusión clásica, inservible, donde muy pocas veces, casi ninguna, se ha logrado cambiar el curso de los acontecimientos. Cargar con esa otra derrota, más la que se anticipaba, sobre sus hombros era, para cualquier hombre, demasiado.

Pero no para él. No. Una situación más como esa no significaba nada. Todas las tardes se forjaba como héroe o villano, en el papel cambiante de las luces que lo iluminaban y los encabezados que lo condenaban. Eso estaba en la esencia de la piel que vestía y en la fatalidad que lo portaba.

Metros más allá, viéndolo avanzar refunfuñando, dos muchachos conversaban alegremente, motivados por la carrera que se acaba.

- Mirá que después de esto se acaba – dijo uno.
- Sí, ya sé. No tengo drama.
- Pero mirá que vos sos un pichon, eh?
- De todos modos, no tengo drama.

Tal vez debatían sobre algo más que la experiencia. Desde esa distancia eterna de doce pasos a sus oídos llegaba un murmullo apagado, como de otro mundo. Pensó en una radio mal sintonizada, hablando para nadie en especial bajo el celeste horizonte colmado de trigo que hay en los campos. Igual de vacías le parecían las discusiones sobre el protagonismo. Debe haber sido porque él, para bien o para mal, siempre le tocaba el papel de ser protagonista.

- Miralo al cagón, como se relame – dijo el primero, que no quería ceder – ¿Tas seguro que lo queres hacer?
- ¿Tengo cara de no querer hacerlo? – respondió, con una extraña sonrisa colgando sobre la comisura de los labios.
- Y, la cara te vende pendejo. Pero acordate que no hay oportunidad como esta.

El hálito contenido entre las estatuas que lo rodeaban extendían esos escasos metros hasta el infinito. Nada contiene más que las miradas penetrantes separadas por rostros inescrutables. Los duelos son así, y pestañear es el momento en el cual algunas veces más que la paciencia suele perderse. Congelado pendía entre ellos el discurso, los encabezados y las estadísticas. Esperaban la espera que desata un rugido naciendo.

Sonó el pito. Y fue gol.

Paz

Silencio.
Bajando por la ladera.
Cruzando el campo.
Dejando huellas
marcadas
en sobre la arena.

Lejos
hay un faro
que asesina
a una sombra eterna
que conspira
con el risco
para llamar
a las campanas

Que toquen
Que toquen
gritan las olas y bajan despacio
contorneando la cintura
por los parajes sensuales de la arena.

Más cerca
aqui
entre vos y yo
vemos al mudo
al ciego
y al sordo
como tratan
de limpiar
la sangre de la nieve.

Silencio

Ven
a correr
los suicidas son los unicos
que
sienten en las venas
haces de luz interminentes
perdidos entre relampagos
y nubes.

viernes, diciembre 21, 2007

Hora 1

Se levantó de la silla y, con paso cansado, se dirigió a la puerta que estaba el otro lado del escritorio. Tanteando buscó la manija, debido a que hacía poco se había cortado la luz y no se había acostumbrado todavía a caminar por las penumbras. Cuando la encontró, hizo fuerza para bajarla mientras empujaba con el cuerpo, pero la puerta no cedió.

Solamente una franja de realidad se colaba por los atisbos del marco.

- La puta madre.

Sentía como la transpiración bajaba por sus sienes, dejando un trazo salado de miedo e impaciencia marcado en su piel.

- Me cago en ellos. La puta madre.

El viento arremetía con toda su fuerza en contra de las paredes y hacía temblar la pequeña estancia. Unas gotas empezaron, de forma apagada, a estrellarse contra su ceguera absoluta, iniciando un concierto errático. Con una mano en la espalda y otra adelante, tanteó la nada hasta dar con una silla.

Se sentó pesadamente y se recostó sobre el respaldo. Hizo presión, entonces, la camisa sobre el celular que llevaba en el bolsillo, y lo sacó. Estaba apagado. Rió, maldiciendo entre dientes, y lo tiró hacia donde suponía se encontraba el escritorio.

Plásticos desparramándose por el piso fue lo único que oyó, antes de gritar bien fuerte:

- ¡¡ La puta madre !!

De alguna forma, motivado por el miedo, la asfixia o la desesperación, se encontró llorando, tirado en una esquina.

Un gusto especial llenaba su boca.

Una luz remota se oscurecía.

Lo primero en prenderse fue el monitor. No sabía si en sueños o en verdad.. Sus ojos no se abrieron hasta que una bombilla apestosa y colgante sacudió sus parpados.

Sonrió un poco más tranquilo al ver que estaba dentro de límites tangibles. Había resultado incomodo estar dentro de esa negra libertad, en donde las fronteras se disfrazan de miedos ubicados diez centímetros por encima de la piel.

Suspiró satisfecho.

- La puta madre. El cagazo que me hicieron pegar – dijo.

Había sangre en sus manos, y un cuerpo en el piso. No le importo mucho. Para eso ya habría explicaciones.

Inicio

Puedo sentir,
en esta curva perdida
de un camino intransitable,
el dolor,
que clama
naciendo en lo profundo
de la condena
acerosa.

Hiriente en
una distancia basada en
agujas
carteles
montañas
con un silbido apagado
tu voz susurra en mi oído
la paz
que comprendo
pero que no existe.

Tal vez, tras las ropas
que te contienen,
hay una ciudad que clama
por despertar.

Esta cárcel de arena
desdibuja la distancia
que se empecina
en forzar el eco
de tu voz
que se abate
ruidoso
en la tormenta.

Pink Floyd - Time

Ultimamente esto es lo unico que puede inspirarme.... Disfruten....













Ticking away the moments that make up a dull day
You fritter and waste the hours in an offhand way
Kicking around on a piece of ground in your home town
Waiting for someone or something to show you the way

Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain
You are young and life is long and there is time to kill today
And then one day you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting gun

And you run and you run to catch up with the sun, but it's sinking
And racing around to come up behind you again
The sun is the same in a relative way, but you're older
Shorter of breath and one day closer to death

Every year is getting shorter, never seem to find the time
Plans that either come to naught or half a page of scribbled lines
Hanging on in quiet desperation is the English way
The time has gone, the song is over,
thought I'd something more to say

Home, home again
I like to be here when I can
When I come home cold and tired
It's good to warm my bones beside the fire
Far away across the field
The tolling of the iron bell
Calls the faithful to their knees
To hear the softly spoken magic spells.

Pink Floyd - Set The Controls For The Heart Of The Sun



Pink Floyd - Set The Controls For The Heart Of The Sun

Little by little the night turns around
Counting the leaves which tremble at dawn
Novices lean on each other in yearning
Under the leaves the swallow is resting
Set the controls for the heart of the sun
Over the mountain watching the watcher
Breaking the darkness waking the grapevine
One inch of love is one inch of shadow
Love is the shadow that ripen's the wine
Set the controls for the heart of the sun
The heart of the sun
The heart of the sun
Witness the man who raves at the wall
Making the shape of his question to heaven
Whether the sun will fall in the evening
Will he remember the lesson of giving
Set the controls for the heart of the sun
The heart of the sun
The heart of the sun

jueves, diciembre 20, 2007

15 Minutos A Solas: El arte de hacer catarsis

No soy de hablar mucho sobre lo que me pasa o deja de pasarme. Siempre trato de hacer de este blog algo cuyo único contacto tenga con mi vida diaria sean mis intentos de producciones literarias. Por eso, una parte de mi se resiste de sobre manera a escribir estas líneas, juzgándolas de innecesarias, porque apuntan a un objetivo específico y, dentro de todo, bastante trivial, como es el problema que parece competerme.

Voy avisando que esto no es ninguna campaña de marketing viral, onda la de Alejo, su jefe, las firmas y una marca de fernet que busca posicionarse, aunque el trasfondo tiene bastante en común con esto que me está pasando. Con esta mierda que me carcome y saca a relucir, de 14 a 22, lo peor de cualquier persona.

Odio, pero odio, mi trabajo. Con todas las células de mi ser y cada atisbo de voluntad que pueda contener este cuerpo. Odio tener que tragarme dos horas de viaje para ser despreciados por personas que, al fin y al cabo, tienen razón en criticar un sistema de salud decadente y con miles de errores, del cual yo soy la cara. “Carne de cañón”, dirían las novelas militares de Tom Clancy, o “Puesto de Avanzada”, en una terminología militar más específica. Pero la cuestión no pasa por los pacientes ni por sus achaques imaginarios o reales (hay muchos de ambos), ni por el servicio de emergencia que rompe las pelotas todo el santo día para conseguir una cama o derivar pacientes. No, no es culpa de ellos, como tampoco siento que sea culpa mía.

“¿Por qué seguís trabajando ahí?”, preguntará más de uno. A decir verdad, a un año de haber empezado a forjarme un destino laboral mediocre e intrascendente, creo que es más por costumbre que por otra cosa. Hay cierta comodidad ya en estas paredes, hay una familiaridad en algunos rostros y sonrisas cómplices en algunos nombres. Todo esto, que ahora desprecio y que tengo ganas de partir a hachazos, forma parte de una persona que lo reniega, y que quiere deshacerse no solo del inmueble de ventanas soldadas, sino también de lo que ese sistema, esa estructura infame que privilegia lo económico sobre lo humano, ha hecho de mí. No hay otra alternativa, por lo visto, en un mercado saturado de oferta pero carente de demanda. Tantos trabajadores como empleadores son víctimas en estos mecanismos siniestros de selección.

Me da vergüenza sentir que he perdido muchas de mis cualidades. Ya no siento compasión por una persona de edad avanzada, que a duras penas puede caminar. Mejor dicho, no siento compasión en el sentido de moverme a ayudarla, antes que dejarla quieta en ningún lugar. Eso me enferma. Me hace sentir horrible ver como antepongo concepciones ideológicas, que no comparto, sólo por el hecho de mantener un puesto de trabajo. Me da asco ver esa ortodoxia hospitalaria, ese dogma capitalista que a la fuerza nos imponen un sistema de auditorias y gerencias de médicos que promulgan el pensamiento de que “un hospital tiene que funcionar como un supermercado. Si no hay plata, no se atiende”. ¿Qué pasó con la persona que hace un año habría tendido una mano y habría levantado su voz para hacerse oír, que recriminaba las falencias del sistema que ahora comparte?

Odio eso que me hace quien soy. Aceptar vestir este traje, formado por gerenciadoras, obras sociales y compañías de seguros que anteponen su capital antes que la salud de un paciente, ha sido tal vez el peor error de mi vida. Y ahora que estamos llegando a las fiestas, es lo único que siento que debo “balancear”.

A cualquier paciente que lea esto y que se atienda en cualquier hospital, en nombre de la mayoría de los secretarios, les doy las gracias y les pido disculpas. Primero, por, de algún modo, contribuir al sueldo que nos pagan (cuando nos pagan, vale aclararlo); y lo segundo, por la forma en que lo tratamos, como si usted fuese el culpable de todo lo que nos pasa.

Admito que ciertas preguntas pueden formarse en la cabeza de todos quienes estén leyendo estas líneas, porque a mi también se me han formado. Varios “cuales”, “porques”, “comos” y “cuandos”, como a mi. No entiendo como pude observar primero, con tanta pasividad esto, y ahora tener el enojo, la furia para levantarme, pero verme atado (por un sueldo y una responsabilidad) a este silencio que de este modo (virtualmente anónimo, circunspecto a quienes caigan por azar aquí o que busquen deliberadamente una razón para despotricar) trato de romper. Es una manera de reivindicarme, creo, por el mal que podría haber llegado a hacerle a muchas personas, ya sea recibiéndolos mal, o desatendiéndolos por necesidades más “lucrativas”.

Pero hoy, maldito jueves 20 de diciembre (seis años de los históricos cacerolazos y del después desoído “que se vayan todos”), sentí caer en mi vaso, mi pequeño vaso que tantos torrentes creo que ha contenido, la fuckin’ gota que prologa estas palabras.

Primero: Por enésima vez en el año, nos han metido la mano en el culo. Lisa y llanamente. A esta altura del mes (empezando la segunda decena y a cinco días del comienzo de las fiestas), todavía no hemos cobrado. Sí, tan simple y literal como se lee ahí arriba. De los esfuerzos hechos durante el mes de noviembre, no hemos visto un solo centavo. Y ni hablar de cobrar los aguinaldos, que se adeudan desde diciembre del año pasado. O de la “nueva” (vieja, en realidad, porque ahora se ha actualizado nuevamente y vaya a saber uno cuando irá a cobrar eso) escala salarial, convenida en enero de este año, cuyos aumentos hemos visto recién desde septiembre, y que también (oh! maravilla de las ciencias ocultas y herméticas) todavía no hemos cobrado el retroactivo adeudado.

Segundo: Lo confieso. Soy una persona improlija. Por lo que a mi me concierne, una remera de “Jackass" y un caqui de tela de avión es buena ropa para ir a trabajar. Puede que mi modo de ver estas cosas sí este mal. Pero hago lo que tengo que hacer para remedarlo. Por eso ahora uso camisas y jeans, ropa que muchos otros no usan. Pero no va por ese lado. Es decir, forma parte del subconjunto “estética”, pero no pasa por la ropa. Es por el pelo. Ya es suficiente con que tenga que usar una vincha (suena a histeriqueada, pero me enferma) como para que venga encima alguien que no se de que puta manera llego a dirigir un departamento de recursos humanos (“vox populi, vox dei”, reza un dicho romano, pero yo soy una persona más empírica, so) a decirme que me la saque, porque “hay que venir presentables”. Que me critiquen la prefacturación que no hago, más allá que me parezca absurdo al haber un departamento destinado para eso, vaya y pase. Pero que un esfuerzo honesto por estar presentable, no. Más cuando tengo razones de sobra como para plantarme enfrente de la guardia y decir que estoy de paro por tiempo indefinido

Tercero: Que me saquen el franco que tenía para el miércoles 26, debido a que tendré que ausentarme forzosamente por el paro del transporte interurbano. No sé que dirá la ley, pero esto me parece un atropello, más cuando alguien que te reniega el esfuerzo laboral de una persona que vive a 40 km de distancia, te dice que “hay que ser solidarios con los compañeros”. Primero sean solidarios con los empleados, que mierda, que están a menos de una semana de Navidad y muchos de ellos no van a tener plata para comprarles regalos a sus hijos, novias, amigos o familiares. Y segundo, hay que caminar con la cabeza bien en alto para pedir solidaridad cuando, por hacer valer sus derechos laborales, se despidieron a 30 personas de un solo saque.

Cuarto: La indecisión sobre las vacaciones y el pésimo trato que nos quieren hacer aceptar. Primero, la idea de tener un período de licencia es descansar. Es la base de la idea, lo que fundamente el concepto. Ahora, como vamos a poder descansar, si no sabemos cuando vamos a salir de vacaciones y tenemos que andar estipulando con fechas y horarios, además que después del período de licencia correspondiente nos quieren hacer trabajar durante las licencias de los otros muchachos, sin francos. Léase “sin descanso”. Lo que implica hacer un mínimo de 20 días de corrido. Dicen que nos van a pagar esos francos trabajados, pero ¿con un “historial” de promesas caídas en sacos rotos no se hace difícil creerles? ¿Con una deuda seria como las que acarrean no pierden algo de credibilidad? Yo nunca cobré una guardia que hice el 26 de julio, so get the picture. Vua’ confia’, yo.

Lo de las vacaciones particularmente me enferma porque es posible que me pierda un viaje planeado a la costa, y el Cosquín Rock, además de complicarme sobremanera el cursado del ingreso a la facu. y rendir las últimas materias del secundario. Así que, como verán, me da por el centro de las pelotas.

Estos son datos inconexos aparentemente entre sí muestran la cara que se mantiene oculta en la salud: La presión que recibimos quienes estamos en la primera línea de batalla, sean enfermeros, médicos o personal administrativo. Es muy sencillo decir, desde una oficina oculta dentro de un establecimiento, sin señalización o bajo la excusa azarosa que da un teléfono móvil, que tal o cual obra social no se atiende, cuando no tiene que mirar a los ojos a una persona y decirle que sus hijos no pueden hacerse atender. Decir eso, y encima justificar lo que opinan los de arriba, es lo que me hace sentir horrible. Es lo que me transforma en algo que odio.

Ese es el grave problema que tiene la salud argentina. La desatención a los usuarios, primero; y al personal, segundo. La concepción mercantil que se tiene, esa manera de ver al paciente, un ser enfermo y con problemas, como un cliente, es un grave error que tarde o temprano llevará al hastío, por parte de los usuarios y por parte del personal, que estamos hartos de ser estafados una y otra vez.

Ese es nuestro error. Dejar que nos sigan cagando. Pero es como decía Orwell, mediante su icónico Winston Smith, “la fuerza de la rebelión está en los proles, pero hasta que no se rebelen, los proles no serán concientes de su fuerza”

miércoles, diciembre 19, 2007

2.0

Miró la señal parpadeante en la esquina inferior de la laptop. La señal del modem se apagó. José se paró rápidamente y reviso todas las conexiones. No podía fallar. No en ese momento. Faltaba poco para las instancias cruciales que se aproximaban. No podía fallar.
Conectó y desconectó varias veces, inclinándose cada tanto sobre el monitor para ver si algo cambiaba. Pero nada. Después de varios infructuosos intentos, el diagnóstico que le arrojaba la máquina tenía un gusto extraño, como burlesco.

“Connection timed out”, rezaba el cartel que saltaba de tanto en tanto.

- Cagamos. La puta madre. Cagamos
- ¿Qué mierda decís?
- Lo que escuchaste, Miguel. Está todo en las últimas. Cagamos
Miguel guardó silencio. Contra su semblante se dibujan haces difusos, intrusos en esa habitación mohosa y húmeda. Por los resquicios de la persiana entraban, fríos en la noche de julio, la luz de los faroles de la calle. Sus ojos celestes centellaban de tanto en tanto, cada vez que encontraba una idea, aunque después la desechara al instante.
- Alguna forma tiene que haber, mierda. No puede que ser que tirando abajo el servidor quedemos todos en pelotas.
- No puede ser, pero es, y a eso tenemos que atenernos – prosiguió José, inclinado sobre la computadora -. Lo único que nos queda es salir afuera y rendirnos. Nos tienen cogidos de un huevo. Sólo les falta que nos pidan que chiflemos.
Los monitores se apagaron de golpe y los rostros perdieron el tono azulado que les daba la forma de un sueño. En la noche los ojos trataron de encontrarse, tal vez para decirse algo que todos empezaban a dar por cierto. Estaban en las últimas.
Un encendedor ilumino con timidez la habitación. Eran todos ígneas figuras frente a la imposibilidad de batallar su guerra. La parpadeante llama se hizo espacio en una vela perdida en un cajón de la cocina. Las caras contenían derrotas en cada centímetro de su epidermis. En esas instancias perecederas, Miguel estaba orgulloso de ellos. Habían batallado desde esas tinieblas canábicas, en un resquicio perdido entre las paredes de la ciudad. Era el momento en que los teclados y los códigos quedaban cortos. Las calles llamaban estruendos que no estaban del todo seguro a querer hacerse sentir.
- El teléfono no anda tampoco – dijo una mujer, y el mensaje no sorprendió a nadie.
Sólo en la pared, un reloj cortaba el tenso paso de los minutos.
Una risa nerviosa se apoderó del grupo. En todas sus mentes se compaginaban recuerdos esquivos mientras en sus venas latían sentimientos extraños e incongruentes unos con otros. Por encima de ellos, la niebla del humo del cigarrillo dibujaba fantasmas de una noche en vela.
- ¿Y con los celulares tampoco podemos?
La pregunta desesperanzada cruzó el grupo y cayó en saco roto. Nadie reaccionó y los rostros parecían calaveras flotando en torno a la llama crepitante de la vela que ardía. En las cuencas de esos ojos un vacío ocupaba el lugar predilecto de todas las retinas.
- No – la voz de José resultaba contundente en esa oscuridad cavernosa, apenas cortada por el halo amarillo de la vela. Por más que hablaban en un murmullo se escuchaban perfectamente -. Mira por la ventana, sino. Toda la ciudad y, me juego hasta las manos, toda la provincia debe estar sin luz.
- ¿Por qué crees eso?
José tiró sobre la mesa el diario correspondiente a ese día. En grandes letras se veía que muchas cosas, más allá de sus propias vidas, tenían un final tangible e inquietante. Varias series televisivas, varios programas de concursos e inclusive varios deportes disputaban sus últimas instancias.
- Creo que en la radio mañana se va a hablar mucho más de que, por culpa del corte, no se pudo ver el partido de fútbol que el presunto suicidio de unos subversivos de poca monta.
- ¿Suicidio? ¿Subversivos de poca monta? ¿Por qué crees que nos van a llamar así? – el enigma preocupaba a cuatro de los cinco ahí presentes.
Miguel tendió una hoja impresa tan sólo un cuarto de hora antes a los tres que no sabían nada.
- Ya nos han dado por muertos. Buscando en los drafts de las agencias de información gubernamentales figuraba esto. Al principio creí que se trataba de alguna célula aislada, pero cuando empezó todo esto me dí cuenta que desde hace tiempo las casualidades no existen.
Todos rieron, motivados más por el fraternalismo que por cualquier otra cosa. La fatalidad inminente no permite más que una risa cómplice entre hermanos caídos en desgracia.
- Lo peor de todo esto, debe ser pasar al jardín de enfrente sin trascendencia alguna – dijo Julia, la única mujer del grupo.
- No creo que haya sido todo en vano, a pesar de terminar así – dijo Alejo, quién por primera vez habría la boca desde que la conexión se había caído -. Es como decía Winston: “nosotros somos los muertos”, desde el momento en que nos metimos en esto.
Era cierto lo que decia. Las miradas cabizbajas y el aire de derrota que los unía, mezclados con sonrisas fraternales y un apoyo mutuo que parecía iba a flaquear de un momento a otro, hacía probable que la melancolía fuera más fuerte que las ganas de luchar.
- Nosotros somos los muertos – repitió José -. Cuanta razón tenía Orwell.
Pitó el cigarrillo que acababa de encender. En las calles, el sonido de la tormenta no dejaba adivinar la pesadilla que pronto creían iba a abalanzarse encima de ellos.

Breve varios de noticias relativas a Córdoba

Bueno, siguiendo la temática general del blog (que vendría a ser "cultura", aunque no lo parezca) venimos a traerles un combo de noticias culturales, o algo parecido, que tienen directa implicancia con lo que a mi me gusta =P.

Empecemos por temas literarios

Vía Peinate (http://revistapeinate.wordpress.com), la revista devenida blog de José Playo, me entero que desde esta tarde a las 19 empieza, en Aquende Libros (27 de abril al 285), un ciclo de dialogos entre autores y lectores, con firma de ejemplares incluida y con el objetivo, supongo, de estrechar el vínculo que hay entre quienes escriben y quienes leen. Más información, en la entrada "Ponele la Firma", del blog de la revista "Peinate que viene gente".

También vía Peinate y vía Pinchilón Fonseca (http://pinchilonfonseca.wordpress.com), el blog de Emanuel Rodriguez, se anuncia para el Día de los Inocentes (este 28 de diciembre para todos los despistados/as), la vuelta de dos míticas publicaciones cordobesas: La piedra en el zapato (publicitada como "un panfleto peronista para la gente peronista") y la ya señalada "Peinate que viene gente", en un número especial tamaño poster. La entrada al evento de lanzamiento sale $5 pesos y la revista viene gratis, o la revista sale cinco y viene con una entrada al evento de lanzamiento. Como quiera verse. La cita es en Casa Babylon, el 28 de diciembre a las 20:30 (que cae viernes y yo trabajo, god damn it! ¬¬')

En el tema de la música, las novedades más o menos, son las siguientes

Para fin de año, el DJ japones Satoshi Tomeii tocaría en el Orfeo Superdomo. Más info en revista Jamming (www.revistajamming.com.ar)

La Grilla del Cosquín Rock 2008 está practicamente confirmada, con fechas establecidas, y con uns sorpresita para la última fecha, que no se sabe si tendrá o no tonada nacional. La cita será en la ya célebre Comuna de San Roque, el segundo fin de semana de febrero del 2008. Entre los artistas confirmados estan Almafuerte, Horcas y O'Connor, que tocarían junto a Tren Loco, Mastifal y demás en el temático Heavy. La noche pura y exclusivamente metalera quedará para otra ocasión, más allá del pedido que hicieron los fans en el MetalFest en Juniors, a principios de año.

Más under y con una presencia de fuerte tonada local, se harán presente, en el Centro Cultural San Vicente (SAN JERONIMO 2850 Bº SAN VICENTE), varias bandas del denominado "rock cordobés", que empezarán a tocar a eso de las 21:30, cuando Sullivan haga acto de presencia sobre el escenario.

La lista de bandas está compuesta por la gente de Sullivan, Sur Oculto, Dale Roska, y los pinkfloydeanos muchachos de Los Vacas, quienes cuentan en su haber haber tocado en el Cineclú su exquisita Odisea y haber pisado las tablas del Quilmes Rock, en su versión vernácula (Nota del Editor: Escribo sobre Los Vacas más que sobre el resto porque son los únicos que he tenido la oportunidad de ver en directo, además de Juan Terrenal, pero bueh... Estos los cagan a chirlos xD)

By the way, me enteré vía el fotolog (?!) de Los Vacas (http://www.fotolog.com/los_vacas_rock)

No sé porque usarán los fotologs. De MySpace te entiendo, pero de los fotologs no. En fin, cada loco con su tema.

Eso es todo más o menos.

Saludos desde la Guardia del Español (no vengan, hace calor y la gente está algo pesada)


Matías Lloréns

lunes, diciembre 17, 2007

Prisión

¿Cuan inmensa puede llegar a ser esa prisión que nos contiene, mi vida? Estamos los dos aquí, separados por unos escasos metros, pero puedo sentir como tu mirada viene desde mucho, mucho más allá. Agarrada del parante, veo como quieres bailotear al ritmo que esta metálica cárcel impronta sobre el asfalto, tratando de convencerte que todos los que estamos aquí no compartimos la misma desgracia. Por más que quieras, no podrás ver a través de los vidrios. Puede que sean tan oscuros como el plástico de tus anteojos.

Si es tu primera vez, no te preocupes. Las posteriores suelen ser muchos peores.

“En mis sueños hay una figura. El contorno de una figura, mejor dicho. Se acerca a través del lado de mi espejo y me mira, y parece a punto de abrir la boca, pero una sombra negra se lo impide, surgiendo de la misma nada a donde ella pertenece. El rostro toma un rictus agónico. Queda flotando en el aire un aroma a ciruelas, cargado de nostalgias.
Abro los ojos. Enfrente de mi puedo observar esa eterna distancia que me separa de la gloria y que me destierra a mis temores. Siento que soy ese fantasma que ahora se sienta y llora”.

Es cuestión de dejarse guiar por el tiempo. Tic, tac, tic, tac, tic, tac. Unos minutos, tal vez unas horas, hasta que tu cuerpo se canse y clame por el asiento que tienes al lado y que hiciste muy mal en ceder. Desde que la memoria es memoria esto ha sido así. Aunque ahora sean para otra cosa. En tu mirada inquisidora ¿soy sólo uno más? ¿o soy el único? Acércate y háblame, rompiendo este silencio implícito de la censura.

“Puedo verlo escribiendo en una pared, resbalando las manos a través de los ladrillos y de la sucia fachada. Deja un ébano trazo, legible, de notas resonantes en lo profundo de la inconciencia. ¿Por qué clama? Puedo sentir su sufrimiento, mientras escarba en mi mente, dejando su rastro de negra incomodidad”.

Si es tu primera vez, no te preocupes. Las posteriores suelen ser mucho peores.

Tus labios tientan al sonido. Quieren librar batalla. Se puede leer en tus ojos. Lástima que hayamos decidido dejar de leer hace mucho tiempo. Leer en estos tiempos es una guerra silenciosa, donde se deja en el campo más que el réquiem de los violines eternos. No peleamos por inmortalidad. Si estás aquí, a escasos metros, es porque sabes cuan imposible es la victoria y cuan efímero es un triunfo logrado. No luchamos por la inmortalidad, no. Nuestro legado tiene que ir mucho más allá, mucho más allá de eso.

“Muere en un agónico grito de silencio. No hay nada antes y no queda nada después. Fue sólo un fantasma perdido en el inconsciente, anhelando la misma libertad que nosotros clamamos. Sus rastros son difusos: Pintura negra, paredes grises y la sangre roja. Lo motiva la sangre. Sus ojos inyectados parecen decirlo todo. Las palabras se leen nítidas, pero hago el esfuerzo de no leerlas”.

Ante la pesadilla, despierto.

Si es tu primera vez, no te preocupes. Las posteriores suelen ser mucho peores. Sobre todo cuando hacen paro

Confesión

Hoy maté a un hombre.

Fue algo simple, más sencillo de lo que podría haberse esperado. Una pequeña sucesión de lamentos, una garganta llorosa y las palabras que se atropellaban para perderse, antes que el silencio cubriese los huesos y la piel del desdichado. Una simpleza pasmosa movía con exactitud mis manos en la tarea de extirpar el germen vicioso que hace brillar los ojos.

Lo miré a la cara, reparando en todos los detalles que cruzaban su rostro. Es impactante la manera en que se graban en nuestras mentes las formas desordenadas de características que componen las cosas, aunque después se pierda eso y quede tan sólo un fantasma en su representación. Se pierde el modelo y queda el boceto, para decirlo de otro modo. Todo se desvanece y nuestra mente apenas recuerda unas perdidas e inconexas sensaciones de minutos, colores y luces.

Acaricié el pelo y traté de acicalarlo un poco, afeitándole la barba crecida y secando las lágrimas que brotaban de sus ojos. Quería dejar unas últimas palabras, me confesó. Le dije que no iba a tener otros oídos que los míos, y pareció no entender. Me devolvió una mirada cargada de pena y locura, como si lo que estuviese a punto de hacer fuese irremediable. Sus ojos celestes reflejaban una inocencia que yo no podía admitir.

Por eso, hoy maté a un hombre.

Tomé un cuchillo, y él clamó por un instante de piedad. Los ríos que surgieron de las venas agrietadas tiñeron su clara piel con un purpúreo manto de inminencia. Las muñecas colgaban sin vida debajo de los brazos cubiertos de tajos. ¿Por qué hacerme sufrir?, preguntó. El silencio, me pareció entonces, es una respuesta preciosa de contundencia inexpugnable. Los ojos celestes, apagados, cubiertos de nada más que la indiferencia de lo inminente, entendieron eso, y callaron también. El roble esperaba afuera.

Una pradera estéril trataba de latir dentro de la prisión de su pecho.

Un éxtasis de sentimientos recorrieron mis manos, vibró en mi ser y se transmitió por el aire, en algo parecido a ondas. Todo se doblaba al paso de ese crujido que se abría paso en la tierra. Me hizo bien. Solamente eso. Tal vez por esa exclusiva razón lo hice. No cruzó por mi mente la pregunta que si esta bien o no confesarlo. Será porque no espero a que algo me responda, o porque a lo mejor me traiciona el inconsciente.

La única duda que logra refrenar aunque sea un poco mis pasos es el hecho que cada vez siento un deseo mayor de entregarme desaforadamente...

El teléfono suena dentro de su bolsillo, y el sonido vibrante despierta en el recóndito espacio de su mente las últimas llamadas que logra recordar antes del frenesí que lo alimenta

... ante la furia que late dentro de mis venas, y que recorre todo mi cuerpo sin encontrar resistencia de ningún tipo a este sentimiento irracional que me embate. Soy el violador de este silencio impropio, de esta noche ajena, estas horas prestadas a una aurora que no nace y a una luna que aun no muere. Necesito de su sabor en mi lengua para encontrar un poco de descanso entre las vivencias que no me corresponden.

Prometiéndoles deseos, una voz femenina suave y aterciopelada, le invita a seguir el juego. Muy convincente. Sugiere recorrer cada centímetro, explorar cada rincón y explotar al máximo lo que surge dentro de su alma.

Es ligeramente enfermizo. Acercarse lentamente, midiendo los pasos, estirando al máximo la posibilidad de sorpresa.

Y entonces el cuchillo cae, filosa la cuña, y la piel no opone mucha resistencia. La soga aprieta la garganta, mientras el universo no se siente dentro de la trampa del péndulo en la que se cae. En esos instantes la oscuridad es una alegría de punzante presencia, mientras la sangre se agolpa, aquí debajo de este árbol que me sostiene. ¿Quién empuñará las respuestas la próxima vez que busque responder preguntas?

Hoy maté a un hombre, y soy libre de mecer levemente con el viento, libre de la cadena de los tiempos.

El teléfono suena dentro de su bolsillo, y el sonido vibrante despierta junto al aurora sonando en el descampado eterno que se abre. El sol ilumina los pies inertes, y el silencio es otra pesadilla que, en la soledad de un rostro desfigurado, sufre un poco ante el ring ring incomprensible.

Lentamente, como dos agujas de brújula, los pies giraban hacia la derecha: norte, nordeste, este, sudeste, sur, sudsudoeste; después se detuvieron y al cabo de pocos segundos giraron, con idéntica calma, hacia la izquierda: sudsudoeste, sur, sudeste, este.

viernes, diciembre 14, 2007

Córdoba 2.0

Anoche, en un antro populoso de Nueva Córdoba, se realizó la despedida del año de los bloggers cordobeses, organizada por la gente que maneja Córdoba Weblogs, directorio con tonada mediterranea y halitosis fernética en donde se han indexado más de cien blogs de origen o dueños cordobeses.

La juntada estuvo, vale decirlo, excelente, y concurrieron muchos bloggers de la Docta, para compartir de todo, ya sea ferné (me sorprendió gratamente el 1882. Nunca lo había probado antes), cerveza (no había Heineken, pero la Stella Artois es un digno sustituto), pizza (algunas clásicas y otras insólitas, con media verduleria encima), ideas (una conversación extremadamente interesante, en donde destacaron Juan Olivero, José Playo y el promotor del evento, Franco G.) y, finalmente, la cuenta (abultada, de por cierto. Y yo que recién cobro entre el lunes que viene y algun día antes de Navidad >.<), además de estrechar vínculos los que somos nuevitos, como yo, con gente que tiene mucho tiempo en esto, y que la tienen bastante clara, como el resto.

Yo ubiqué a algunos que vengo leyendo desde hace rato (José, con Peinate; Vic, con No sabe pero contesta; Emanuel Rodriguez, de Pinchilon Fonseca, aunque ahí mucho no comento) con otros que ni idea quienes eran, pero que de ahora en más estoy siguiendo, como lo son el de PabloG, el de Franco Gimenez (el misterioso Franco G. que twitteaba mediante la BlackBerry con Pablo, de Unblogged), el de Juan Olivero y otros más.

Un párrafo aparte la buena onda de la gente de Atención Viandante que, con su "marketing viral", dieron un regalo de navidad anticipado a los muchachos y muchachas ahi reunidos.

En fin, un gusto haber conocido y compartido con gente tan piola y buena onda. También es bueno saber que Córdoba tiene una blogosfera pujante y con gente que tiene las ganas de hacer de esta una gran comunidad.

Esperemos que se repita y, en caso de que se haga de vuelta (ya que se despide el año, habría que darle la bienvenida, ¿o no?), estar ahí para compartir con estas excelentes personas.


Más tarde linkeo todo, cuando consiga el IE o el Firefox en algun lado, porque no sé porque en el Opera (el USB 9.24) no se puede....

Diario: Día 4 - Tarde

Día 4 – Tarde

“Tired of lying on the sunshine
staying home to watch the rain
You are young and life is long
and there is time to kill today”

Pink Floyd - Time


No se deja abatir, el infierno este de llamas azules. Eso que estoy acá tirado, mirando mi reflejo palpitando erróneo por encima del zumbido del ventilador y del apagado murmullo del aire acondicionado. Por la ventana entran, como en toda la ciudad, ruidos, voces, risas y hasta lágrimas escondidas en palabras cargadas de dolor. Sudado, con ella tirada mirándome al lado, así son las cosas que les viene a uno a la cabeza en momentos de quietud siestera.

Le tendí el papel a la mujer esa en el café, y salí caminando, en busca de entretenerme con alguna vidriera o viendo alguna película. Pequeños vicios que habían quedado en segundo plano, relegados dentro del ámbito de la convivencia en pareja. Sacrificios que resultaban necesarios, en su momento, para tratar de conllevar esa empresa ardua denominada “noviazgo”. No los extrañé, ahora que pienso que tengo mis biblioteca semi vacía, mis dvds prestados, mis comics archivados vaya a saber donde, mis cds “digitalizados” porque los originales no recuerdo el estante donde los había dejado. Hasta que todo salto al carajo, digamos.

Pero ya está. A 4 días ya. O 5, como quieran verlo. Ahora, por esas extrañas circunstancias, contemplo una silueta borrosa entre las colchas, al lado de la mía, mediante un espejo que está pegado en el techo. Su respiración cálida se siente sobre mi hombro, y sus ojos contemplan mi sien esquiva y una mirada pensativa de ojos celestes, que se entretienen en el espejo. De entre las sábanas, se insinúan deseos mal contenidos y voluntades plagadas de flaqueza, disfrazadas en esos senos turgentes de piel dorada, en el pubis palpitante y en las caderas hirvientes de un placer, que en su momento supo a gloria y que ahora tiene un gusto bastante amargo.

Córdoba es una ciudad difícil para los enamoradizos.

No soy una persona a la que le pasen estas cosas. Por eso las dudas y las cavilaciones. Por eso me pierdo en mi propia mirada, en vez de recorrer de vuelta su cuerpo y dejar todas estas preocupaciones de lado, por un mísero rato aunque fuera. Pero no. No puedo sacarme de la cabeza el sentimiento que hay alguien que está anotando todo esto para pasar a cobrarlo, tarde o temprano, y ese quien sea va a cobrar un poco de más, usando no sé qué excusa.

Me acaricia la cara y la miró. Dejo de parecer egoísta para tratar de comprender que mierda ha pasado en sus ojos. Son preciosos, de un color avellana vibrante. Brillan y no puedo evitar sonreír como un pelotudo, y sus labios también se curvan en una sonrisa. Me siento pelotudo hasta escribiendo esto como si fuese una confesión o algo por el estilo. La besé, y fue uno de los besos más maravillosos de mi vida, llenos de una pasión que en los últimos días había perdido y que, desde que se había ido, creía sepultada sin remedio alguno.

Córdoba es dura e incomprensible para los escépticos.

Me tumbé sobre ella y matamos las horas terminales de la tarde, que empezaba a irse. En esos momentos no importan los minutos, los llamados que puedan estar resonando en un departamento vacío o el calor aplastante que nos golpeará a la salida. Todo se puede postergar, y no existen esas cosas llamadas “compromisos ineludibles”. Para todo hay tiempo, para todo hay excusa. Nunca las 24 horas nos quedan chicas, y las veces que deseamos con fervencia que el día tendría que tener dos o tres horas más es para que podamos seguir haciendo lo que tanto nos gusta, durante dos o tres horas más.

No sé en que momento, hartos de reírnos, recorrernos, besarnos, lamernos, modernos, etcétera, decidimos salir de vuelta a ese infierno que nos volvía anónimos. Lucía diferente y caminamos charlando las pelotudeces de siempre. Las elecciones, la inflación, el estado de las calles. Temas que les importan a los cordobeses. Llegamos al Paseo del Buen Pastor y nos apoyamos de espaldas a los chorros de agua que subían y bajaban, siguiendo de una forma imprecisa e irregular, pero hermosa, los vaivenes sonoros de una obra, que desconozco, pero de indudable belleza.

Acaricié su pelo, donde se detenían algunas gotas de una lluvia invisible, y vi un olvido pronto tanto en sus ojos como en los míos. Teníamos nuestros números, nos habíamos dado la forma en que podíamos encontrarnos, pero algo nos decía que no nos íbamos a volver a encontrar, por mucho más que lo intentáramos.

Córdoba es implacable con los derrotistas.

- Me voy – dijo, con su mano agarrada a la mía y apoyada sobre la baranda. Su mirada seguía iluminante y no pude hacer otra cosa que hacer, mas que dejarla perderse entre la multitud que bajaba hacía la Irigoyen, mientras quedaba solo yo mirando los chorros de agua. Las despedidas resultan ser la peor parte de muchas cosas, porque es en los finales en donde se aprecian los momentos que lo han llevado a uno hasta ahí.

Miré mi mano, y ahí estaba el papel que le había escrito hacía el mediodia. “What looks so strong, so delicate”. Al salir yo, ella me siguió motivada por esa pequeña frase de extraña alegoría. No sé que me impulsó a escribirla, que me movió a dársela, que hizo que todo saliera del modo en que las cosas terminaron saliendo.

Bajo la luz que ilumina estos monumentos, y frente al agua que sube y baja junto a un compás ajeno a estas almas, esas cosas carecen de importancia. Ya habrá tiempo para justificar con sobra los minutos perdidos en esta secuencia errática a la que llamamos días.

Se acercó de vuelta entre la multitud y se apoyó sobre mi brazo. Me miró juguetona, y disparó a quemarropa.

- Me había olvidado de decirte mi nombre.




Keep holding on...

Memorias

“Sentado en el sillón, miro la biblioteca que cobija con orgullo en sus anaqueles los volúmenes a través de los cuales he escrito mi vida. No hay mucho de falso ni de verdadero en esta afirmación y no se siquiera si algún lingüista o literato la consideraría “verosímil” o “ficcional”, pero, a decir verdad, es lo único que puedo afirmar mientras lucho por no dormirme en el cálido abrazo de este acolchonado mueble.
Frente de mí, en el frío contraste que nos impone a los mal afortunados el azar y, como triste contraste de dos realidades que lamentablemente conviven dentro de mí, esta abierta una mesa de picnic. Sí, sobre el reluciente y lustrado piso y frente a la amplia biblioteca en donde puedo leer todos los párrafos de mi vida, una mesa de picnic sostiene el cuaderno donde recién ensayé el solemne título de Memorias”

Mi inmortalidad son los libros. No que haya escrito ninguno o tenga pensado hacerlo, aunque durante mi juventud fue una de esas pequeñas obsesiones que me motivo muchas veces cuando quedaba estancado en algún proyecto. Recuerdo haber prologado libros que tenía escrito en mi memoria, pero cuyas palabras se escapaban cuando las pasaba al papel o las ideas perdían sentido en el momento en que me sentaba en frente de la máquina de escribir. Puede que también en mi otra biblioteca haya cuadernos y carpetas de hojas y hojas garrapateadas o escritas, con retazos de capítulos o historias casi concluidas. No sabría decirles bien, no querría confirmarles. Hace tiempo que no bajo hasta allá. No desde aquello.

Por eso, ahora encerrado en este pequeño lugar, donde no hay escape al menos que se elija la muerte, donde las paredes me acercan cada vez más a la interminable biblioteca que tengo en frente de esta pequeña mesa y de este pequeño cuaderno, siento que no podré morir, o no debería hacerlo, hasta haber terminado de leer todos sus tomos. Cada libro que hay en sus anaqueles lo compré yo, y lo dejé ahí en la inmutable espera, mientras me equivocaba tratando de convencerme que la inmediatez del éxito me daría el tiempo para leerlos tranquilo después. Hubo un problema en mi teoría: El éxito es fugaz, no inmediato. Como vino se fue, y la biblioteca siguió poblada, en la esperada de que tuviese algún tiempo para leerla, mientras yo seguía enfrascado en mi búsqueda insensata de efímeros placeres.

Así fue como fui llenando cuadernos, carpetas y todo lo que tuviese un poco de espacio para escribir con palabras, ideas, párrafos, oraciones, lo que fuese. Servilletas, boletos de colectivo, los envoltorios de los chocolates, pedazos de diario, incluso el cartón grasiento del envase de pururú del cine. Todo eso, ahora que hago memoria, se amontonaba ahí abajo. Por lo menos hasta el día que tuve que moverme acá arriba.

Fue lo próximo de su presencia lo que hizo moverme hacía aquí, a contemplar esa pared cargada de partes de mi identidad. Cada libro que tengo me representa en algún aspecto. Son mis fragmentos de mi ser. Los libros son mi inmortalidad. Yo no podré morir mientras esperen ahí, a ser abiertos y leídos, por primera y última vez. Tienen que esperar. Su condena es la espera. Su condena es mi libertad. Libre de los tiempos que corren soy mientras sus páginas permanezcan impolutas dentro de sus tapas.

Por eso, ahora que estoy inmerso en este plan de escaparles a la muerte, aprovecho y escribo mis memorias. Voy bien encaminado, aunque serán póstumas al cadáver que no podrán encontrar. Eso me motivo: Escribir las memorias de un inmortal, disfrazadas en los anaqueles de la biblioteca que lo contiene y lo sobrevive. Una tarea monumental a la que me he enfocado, perdiendo la percepción de todo, excepto de los lomos solemnes de nombres grabados que tengo en frente.

El tiempo jamás podrá consumirnos.

No hay puertas ni ventanas. No recuerdo que las hubiera, pero perdí la capacidad del recuerdo hace mucho tiempo. La he negado para abocarme a mi eterna tarea. Las memorias para un inmortal son resquicios de la naturaleza humana que ha decidido negar. No puedo tenerlos aunque puede que los añore. Nadie dijo que esto pudiera llegar a ser fácil.

Hace tiempo que me quede sin papel, primero, y sin tinta, después. He decidido seguir escribiendo en las paredes, centímetro a centímetro, dentro de esta cavernosa oscuridad que se abate. Cada día es más difícil seguir, cada vez me canso más rápido. No importa. No creo que la muerte se disfrace de paredes escritas con sangre para leer las memorias póstumas de un inmortal. Por más que pudiese desfallecer mi cuerpo, seguiré escribiendo, oración tras oración, párrafo tras párrafo, en la tarea esquiva de no poner un punto final.

Por lo menos lo haré hasta que la biblioteca no termine de quemarse.

jueves, diciembre 13, 2007

Diario: Día 4 - Mañana

Día 4
Mañana

”I don’t need to believe
every lie you concive”
Depeche Mode – The pain that I’m used to.


Al final, se hizo lunes, mientras contemplaba, durante la madrugada, el amanecer, a través de la vidriosa puerta del departamento. Poco a poco, el mundo se fue despertando y empezó a girar. Yo tarareaba una canción de moda, que se me había pegado de la radio, mientras sorbía con tranquilidad una amarga cerveza, que se había quedado ya sin gas. A mis espaldas, las paredes se teñían de un celeste opaco, en anticipo de la resaca que caería sobre mí un rato después. Cuando me levanté, un ruido de vidrios verdes rodó por el piso y llenó, por un instante, el departamento de vitalidad. Un universo de destellos verdosos iluminaban atisbos oníricos de esperanza.

Al caer sobre el colchón quedé desmayado, a sabiendas que me despertaría destrozado y con un dolor inaguantable.

El teléfono sonó un par de veces antes que al fin pudiese abrir los ojos. Las imágenes se confundían y los ruidos que subían desde el boulevard se confundían con mi voz, el dolor estridente que pujaba dentro de las paredes del cráneo, el pitido del teléfono y el ruido del timbre, que sonaba una y otra vez. Un concierto no apto para personas al borde de un colapso nervioso.

- ¿Qué mierda quiere? – contesté, mientras me apretaba las sienes y trataba de ordenar los burlones y danzantes pensamientos que hacían trabar mi lengua. Una botella casi vacía desparramó los restos apestosos del líquido por parte del piso, mientras giraba dándole aires caleidoscópicos a la habitación.
- Soy yo – respondis... respondió tu voz -. Quería saber como estabas, no has respondido ninguno de mis mensajes estos últimos días.
- No he estado aquí en casa – le dije, mientras la angustia se espesaba en mis venas -. Pero ando bastante bien, dadas las circunstancias. No te preocupes.
- ¿En serio?
- Sí – mentí, mientras buscaba encima del televisor la bendita pastilla para calmar el dolor de cabeza -. Trato de mantenerme ocupado en otras cosas. Ya sabes, trabajando o haciendo algo por el estilo. Tengo que ponerme al día con varios proyectos.
- Sí, estuve leyendo. No has escrito nada estos últimos cuatros días.
Suspiré en forma visible, mientras los blisters de algunas pastillas caían al piso desde la parte superior del televisor.
- No hubo nada sobre lo que escribir.
Silencio del otro lado de la línea.
- Me parecía – dijo (superé el que creía inamovible dijiste) -. Bueno, eso es todo – su voz parecía dolida. ¿O era que necesitaba sentirla dolida? -. Quería saber como estabas nomás – se calló un segundo, supongo que intuyendo una reserva incisiva y adrede de mi parte -. Mira, lamento mucho lo que sucedió, pero...
- No hay drama – interrumpí -. Las heridas se hacen para cerrarlas.

Colgué el teléfono, cortando un reproche que quedó a medias. Encontré el bendito mikesan y lo tomé con un vaso de agua. El aparato debe de haber seguido sonando, pero me encontraba sumergido en el aplastante ruido de guitarras suecas. El celular vibraba en mi bolsillo, pero rehusé a atenderlo. No quería toparme con el reloj ni con ningún mensaje, así que lo reventé contra una foto, que había tomado un tiempo antes y que ahora colgaba encima del sillón.

Bajé a la calle, después de apagar el equipo de música y dejar el teléfono sonando en la sala vacía. El calor era fuerte, aunque el cielo nublado anticipaba una lluvia. No sabía si estar contento o triste por eso. Los días húmedos me ponen de pésimo humor, y no necesitaba cargar con otra excusa para portar una cara de culo aplastante. Por otro lado, no vendrían nada mal una lluvia para que cambiara el ánimo seco y decadente de la ciudad. Hasta las paredes parecían transpirar y en los rostros anónimos que había en las esquinas el deseo de agua latía, casi con fervor debajo de las nubes.

Paré un taxi y me subí encima. Sonreí mientras contemplaba los palitos verdes que conformaban la temprana hora de la mañana. 10:00. ¿Tan poco había dormido? ¿Tan poco me importaba haber dormido tres horas nomás? Palpé mi bolsillo trasero y constaté la presencia de la billetera. Le dije al taxista que me llevara a una dirección céntrica. Eran los primeros días del nuevo año y necesitaba con urgencia dos cosas. Un celular nuevo y una agenda actualizada. Tiempo para los diarios y para dormir habría en casa de sobra, a la vuelta. Córdoba se despertaba, y en ella latía con fuerza una vitalidad a la cual a veces no se ve. Necesitaba empaparme de ella para ver si aún podía darle batalla al cinismo que me amenazaba.

Paré en un café a desayunar algo. Mi estómago se retorcía, pero necesitaba tomar algo caliente para calmar el hígado, el riñón o alguna de las infortunadas tripas, que se empecinaban por hacerme pasar ese momento horrible. Bebí en silencio, mirando por el vidrio las calles atestadas de gente. Jóvenes que se dirigían al colegio o a la facultad, muchachos sumergidos en sus auriculares, hombres y mujeres caminando de aquí para allá, bajo la fría mirada del edificio del Correo.

- Un desierto... Un desierto... – me encontré cantando, despacito, mientras, con una injusticia tiránica, el viento empezaba a desplazar las nubes, dejando espacios celestes por donde empezaba a colarse la luz fuerte de las horas cada vez más cercanas al mediodía. En la radio del bar una voz harto conocida parloteaba sobre las inclemencias del tiempo. Ese discurso que se sabe escuchar, de tanto en tanto, todos los veranos.

Una mujer, ajena a todo, me miraba desde otro lado del lugar. Tomé una lapicera, escribí sobre una servilleta una pequeña frase y se la tendí cuando me iba yendo. Lástima de no haber tenido un celular para anotar algún número

La vida se juega una sola vez, y los suicidas son aquellos que buscan pagar cuanto antes la apuesta.



15 Minutos a Solas: De balances y otros males modernos

Ya llegan las fiestas. Ya el calendario inicia su alocada carrera hacía los peajes atestados, las playas llenas de gente, las sierras colmadas de ruido. Se acercan las fiestas, y el calor, que dijo “presente” hacía septiembre, ahora dice “con permiso”, y se instala, no sin hedonista complacencia, en todas las casas, incomodando pero sin acusar noticia alguna de esa incomodidad.

Y en estos tiempos, como si de cualquier empresa se tratara, se realizan, de forma conciente o no, mentados “balances”, donde multiplicamos nuestras desgracias y minimizamos nuestras victorias, más que nada para tener un motivo por el cual quejarnos si los últimos cartuchos guardados para esta época resultan ser tan sólo balas de salvas.

¿Qué se puede decir sobre un balance? En su versión contable, un balance es una hoja larga, de diez o doce columnas, donde se anotan, con mística vehemencia, los resultados y los movimientos finales que tienen todas las cuentas, para ver si se ganó o se perdió plata. En la versión románticona de ver lo que pasó en el año, se resumen en dos columnas, bueno o malo, así que se hablaría con mayor propiedad si dijéramos que estamos “mayorizando” el año, para tratar de cerrar con un saldo positivo, lo que derivaría en un brindis lleno de gracias, o, si cierra en rojo, en un cd de My Chemical Romance, Green Day o la banda emo de turno, comprado especialmente para pasar las navidades con una pesadumbre en el alma, más allá de los oidos.

No se puede estar ajeno a esta moda, porque necesitamos respuestas certeras. Inamovibles. No nos gusta, nos incómoda, dejar algo librado a la libre interpretación y por eso necesitamos caratularlo, aunque sea para archivarlo y dejarlo olvidado en un gabinete gris. Los “peros” son interpretados como excusas y resultan ser la bandera que enarbolan los indecisos a cada momento. “Pero” esto, “pero” lo otro. Y en estos días sirven para tratar, algún modo, salvar el año que ya se acaba, que tiene el mortal 31 ahí nomás, en la esquina inferior derecha del calendario.

“Fue un año de mierda, pero por lo menos bla bla bla bla”, se les oye decir a más de uno en casi todas las calles del país.

No es malo hacer balances tampoco, mientras nuestra vida no esté dirigida y centrada por dos columnas invisibles donde se registren cuentas. Se pierde la libertad, si empezamos a anotar todo y cada uno de los movimientos que vamos haciendo, analizando cada carta antes de jugarla. Se pierde lo bonito que tiene el azar, la incongruencia, la inexactitud. La vida no tiene porque ser un libro donde cierren todos los números.

Y, sin embargo, llegan las fiestas, y hasta el más liberal y progre empieza a meditar, en todos lados, si les ha ido bien o mal. ¿Son aplicables estos conceptos al teórico balance que se realiza? Que tenga dos columnas para anotar lo bueno y lo malo no significa que el año se termine bien o mal, porque por cada “mal” que nos ha pasado, hemos sacado algo a cambio. Desde una fuckin’ moraleja hasta una contrapartida en los hechos. Por el azar se rige la vida, y en el azar siempre es más probable perder que aceptar, pero cuando se acierta las ganancias son cuantiosas.

El año se termina. Y punto. No hay que darle matices depresivos o falsas excusas para tratar de hacerlo más alegre. Son como los cumpleaños. Uno no crece de golpe el día en que su libreta marca que tiene un pirulo más, sino a lo largo de todo el tiempo en que se la paso viviendo. Vivir es crecer, y resulta ser la única actividad que no nos gusta a la que no le podemos poner excusas.

Yo termino el año, que tuvo sus cosas buenas y malas. No fue “un buen año” o “un mal año”. Tuvo sus cosas lindas, como sus momentos de dudas, al igual que momentos de mierda, que se pagaron con lo que aprendí ahí o con lo que reflexioné después. Conocí mucha gente, me recontré con otras y a terceras las dejé finalmente en un irrevocable pasado. Perdí la cabeza por alguien, pero fue el precio que pagué por un instante con ella. En cosas pequeñas es en donde todo se pasa factura.

Y, al fin y al cabo, hacer balances es parte de una cultura exitista que deberíamos dejar atrás. No puede existir una sociedad donde todos se crean, de algún modo, ganadores. No habría perdedores de los cuales burlarse, además de ser estadísticamente imposible. Si todos ganáramos, ¿sobre quienes ganaríamos? Y si para ganar hace falta alguien que pierda, ¿no quedaría nula la ecuación?

Decía que los “balances” viene de una cultura arraigada en donde es necesario el éxito para sentirse bien. Yo no soy exitoso, en muchos campos, de acuerdo a la concepción social del éxito. Es más, hasta me considero, y mucho de ustedes lo saben, un “proyecto a largo plazo de idiotez”. Pero no me siento mal por eso, sino que hasta cómodo y feliz. Porque no espero nada más allá de lo que yo pueda hacer o no, quiera hacer o deje de hacer. Hay que dejar atrás esas columnas diabólicas y enfocarse en lo que es importante. Crecer, como personas y como sociedad, para que no se repitan vergüenzas como las que se han visto a lo largo de este año.

Los años pasan, en fin, y ellos no crecen. Sino que, quienes crecen, somos nosotros

miércoles, diciembre 12, 2007

Estadistica

Algo que escribí hace unos días, pero que me habia dado pereza pasar...

Los números
que se emparejan
en una línea de quebrada
figura
marcan un mundo
tan propio
literal
que nos es
al fin y al cabo
ajeno.

Los índices
son resultados de
desconocidos
que dicen
si
no
no sabe
no contesta,
pero que suman.
Todos los números
que existen
llevan en su naturaleza,
de forma inextirpable,
la vergüenza de la exactitud.

En las líneas,
las barras o las tortas,
vemos las calles
y sus miradas silenciosas
de verdades y opiniones,
que son reales
pero que no se sienten.

Hoy pasé
sin paradas y sin retorno
de la Córdoba de cemento
y parques,
a la que se disfraza en papel
dispuesta a gritar
las calladas
o mudas
realidades.

Maybe

Como para ir calmando un poco las ansias, una pequeña experimentación en lenguas foráneas.

Como no es mi fuerte el inglés, ruego que sean buenas personas y no traten de lincharme...


Es para un futuro probable o no proyecto que trataremos o no de llevar a cabo entre unos amigos.



Maybe (Ukraine, 1986)

Just
The silence after the storm
Leaves a presence of humanity
On this wasted lands, or not.

Maybe
you we’re right
And I was wrong
There’s no way, now,
To get a excuse to stick.

Why do you wanna
Know if I’m right?
All what you need
Is a dead quote
Of a blue sky.

Search the clues
On the deadly clouds
Where is the time?
Where is the sound?


Why do you wanna
Know if I’m right?
All what you need
Is a dead quote
Of a blue sky.

miércoles, diciembre 05, 2007

Diario: Dia 3

"Die Liebe ist
ein wildes Tier"
Rammstein - Amour Amour


Si Córdoba fuese el infierno, de seguro la muchacha rubia del cartel de aquel negocio de ropa, ubicado a escaso metros de la entrada del edificio donde ando noctámbulo desde las primeras horas de tu partida, sería sin duda alguna el diablo. Basta con mirar su acartonada figura, su cuerpo delimitado por un fondo blanco y contenido a a duras penas por la tinta de la impresión, esa mirada celeste de perdición y el cabello que contornea su perversa sonrisa Incontables deben ser los hombres que se pierden en la fantasía de poseerla tarde o temprano.

Desde hace un tiempo vivo en las cercanías de un mundo demasiado ajeno a mi mirada. Todos los caminos parecen conducir al nudo dispuesto por el azar en la calle que corre debajo de mi departamento. Pueden sentirse a las noches los bocinazos, las frenadas y hasta algunas puteadas con evidente claridad, que harían sonrojar al más vergonzoso. Aquí, treinta metros por encima del asfalto hirviente de las tres de la tarde, siento como el calor me pega de lleno en la cara y como el viento cocina mi piel. No hay piedad en ningun lado, cuando se rompe el aparato del aire. Hay tentaciones por cualquier lugar: el televisor prendido, el aparato de música con una canción histórica (still i wonder: who stops the rain?), la caída y el cartel una esquina más abajo. Siento el murmullo del diablo rondando cerca de mi oído. Una frenada lo enmudece.

Por primera vez en lo que pareció mucho tiempo, pero fueron dos días, logré abrir un libro y dejar de lado estos apuntes, aunque fuera por un rato. Chejov logró que, por unos instantes, desviara mi atención de las letras escritas en formas errantes sobre manchas de diversos tonos y colores. No quiero tener que realizar ninguna corrección, hoy. Necesito desenchufarme un rato de tanta vigilia frente al teléfono que no suena, al mail que no llega o el mensaje que no envías. Ansío recibir una palabra tuya, por más que sea un simple espejismo fatal pendiente en el desierto, sobre una trampa de arena. Pero, de vuelta, la lectura logró abstraerme y, por un momento, mi desdicha fue la de Trepliov y no la mía propia, aunque supiese (y sé) que está en cualquier lado, yaciendo al lado de mi conciencia.

Un día extraño. Lo definiría así. Un calor abrasador, con una humedad espantosa y con el bloqueo impidiéndome escribir. Decidí no hacer poesía de este dolor que me acongoja, porque sería un fruto estéril, producto de una mala maceración, y terminaría por avigrarse. No necesito exponerme al error de escribir recordándote, por más que este cuaderno parece estar dedicado a tu póstumo silencio. Suficiente tengo ya con sufrir... en fin.

No hice otra cosa más que estar en movimiento. Me sentí a gusto pero extraño, en la marea de personas que danzaban por distinas calles sin ningún destino en concreto. Paseé por librerías y negocios de música, buscando discos y algún libro que pudiese considerar decente. Terminé comprando un disco de electrónica y un libro bastante extraño, pero del cual tengo un buen presentimiento. "El Boludo Argentino", se llama, y en la tapa tiene un cartoncito laminado que simula a un espejo. ¿Cómo no identificarme con el título, si al fin y al cabo, todos somos lisos y llanos idiotas de algún modo o forma?

En los diarios no encontré nada relevante, tal voz porque no se identificar una noticia verdadera de un fiasco incognoscible. Me pesan lo mismo la inminente guerra nuclear en Irán como el homicidio de un niño pobre en algún paraje porteño. Y hasta creo que más el segundo, pero no sé. No sé. Todo carece de importancia para las almas vacías, que se mueven ya por inercia.

Comí a la tarde un pedazo de lomo al plato, en la compañía de un amigo, Juan. En estos dos días, últimos en un verano falleciente pero crudo y cruel aún, he recibido en compensación por tu su partida el encuentro con amistades lejanas ya, que parecían perdidas en el recuerdo. Tienen miedo que pueda hacer algo, me confiesa Juan, detrás del vaso descartable cargado de Sprite. Ya sabes, siempre fusite medio tirando a la depresión y todo eso. Son honestos, sinceros hasta la brutalidad, y de esa manera buscan mantenerme lejos de las paredes que me recuerdan a ella, de los titulares donde leo su nombre, de las imágenes en donde encuentro su figura oculta. Y de alguna manera lo logran, porque de haber perdido la cordura no estaría escribiendo estas palabras. Pero, ¿quién sabe?. El loco no sabe que está loco hasta que otro le diagnóstica la locura.

Poco a poco el día fue cediendo, aunque el calor siguió apretando, y las primeras estrellas titilantes me encontraron escribiendo estas palabras que parecen no tener sentido ya. recién salido del baño, con la toalla atada a la cintura, contemplo el manto de luz que sobrevuela Córdoba, mediante mi ventana. Unas luces ya están prendidas y debajo de ellas parece llevarse a cabo la parodia de una vida. Tengo la mente en claro, o así me parece. Puedo ordenar mis pensamientos, manteniéndola lejos de mi cabeza, y escribr algo que pueda pasar como "legible".

Tal vez el bloqueo sea una excusa, y las luces centelleantes de la noche que se despierta sean las puertas para sortearla y dejar atrás este fin de semana colmado de demonios. Un aire fresco se cuela por la ventana y en las nubes hay una esperanza de lluvia. Desde mi balcón eso puede contemplarse, pero no hay ganas de salir a enfrentarse con el mundo. El cansancio me lo impide, aunque tal vez haya otra razón.

Tengo miedo que desde ahí pueda ver al exquisito diablo de la valla de la esquina, empuñando esa sonrisa de seducción pérfida, sostenida por el pástico que apenas la contiene, y que hoy se me hace más sensual y sugerente que nunca.

Diccionario

No va a ser este un post sobre lingüistica, gramática o algo por el estilo, por más que tenga que ir a la Facultad de de Filosofia y Humanidades a realizar la preinscripción, trámite que, como todos, me pasa por el forro de las pelotas.

Va por otro lado la cosa. Resulta que se presenta hoy, en el Centro Cultural España Córdoba, el segundo número de "Diccionario. Revista de Letras", publicación trimestral en la que diferentes artisticas, periodistas y escritores usan una letra del abecedario y mediante ella hacen una produccion, en texto o imagen.

Vayan ustedes que pueden. Yo trabajo ¬¬.

mas info

La Voz
Revista Diccionario

lunes, diciembre 03, 2007

Faith

Sí, además de Volkerball - excelso recital rompenucas de los alemanes de Rammstein y que ya voy a reseñar - me compré otros dos cds: ''Your new favorite band'', de The Hives, y el exquisito ''The Three Dollar Bill, Y'all'', de Limp Bizkit, cuya reversión del hitazo ochentero Faith, de George Michael, fue la banderita del buque de batalla de la que fue una de las bandas americanas mas representativas del nu metal.

En fin, como con Behind Blue Eyes, les dejo la version original y el remake o cover, para que las disfruten....

Lyrics - Letras:


Well I guess it would be nice
If I could touch your body
I know not everybody
Has got a body like you - no se porque durst dice me en vez de you pero bueh... cada loco con su tema -

But I've got to think twice
Before I give my heart away
And I know all the games you play
Because I play them too

Oh but I
Need some time off from that emotion
Time to pick my heart up off the floor
And when that love comes down
Without devotion
Well it takes a strong man baby
But I'm showing you the door

'Cause I gotta have faith...

Baby
I know you're asking me to stay
Say please, please, please, don't go away
You say I'm giving you the blues
Maybe
You mean every word you say
Can't help but think of yesterday
And another who tied me down to loverboy rules

Before this river
Becomes an ocean
Before you throw my heart back on the floor
Oh baby I reconsider
My foolish notion
Well I need someone to hold me
But I'll wait for something more

Yes I've gotta have faith...

conste que a mi me gusta la version de limp.... xD


Metele que no postee, so...??

Las razones por las que este fin de semana no postee nada, absolutamente nada, fueron 2:


1 - El pésimo estado con el que llegué a casa el viernes a la noche - sábado a la mañana imposibilitaron demasiado el dirigirme a un cyber temprano para escribir o pasar algo como la gente.

2 -

y otros dos cds xD...

sepan disculpar. mañana vuelve todo a la normalidad. Prometido

sábado, diciembre 01, 2007

Mea Culpa

Pido disculpas de forma solemne, señor juez. Estas palabras que escribo serán mi sentencia, mi declaración y mis disculpas. No puedo hacer otra cosa más que admitir que he estado equivocado y que he errado el camino, por más que no haga el esfuerzo de tratar de mantenerme por una senda, digamos, transitable.
Marcharé, de ser necesario, por el piso ardiente del averno. No quiero otra alternativa que el regocijo de aquellos que han decidido ultrajarme. Con su silencio, su mirada de plomo o sus pasos de afiladas esquirlas. La muerte, el beso del plomo pleno en el regocijo de esos malditos, espero con las ansías del martir destinado a la arena.
Pido disculpas, y busco la condena, señor juez. Porque he decidido que olvidar no es respuesta y descubierto en el recuerdo el más poderoso de los narcóticos. Por eso pido disculpas a todos los oídos que escuchan, a todas las vocas que me recitan y a los ojos que me leen. Tan sólo a cambio, pido la soledad, el silencio, la inmutable sombra que vela cualquier mirada. La noche eterna fuera del abrazo de la árida nostalgia.
Por desear mi propia muerte pido disculpas y ruego perdones, señor juez, y espero que sea el paredón al cual en breve me arrastrarán el unico deseo que se cumpla de mi alma pronta a ser póstuma. Sé que usted me odia, detrás de su mirada compasiva, y agradezco su odio. Un hombre que no odia no es un hombre que pueda moverse por un ideal fiel.
Nunca encontraré paz, señor, hasta que decidan cortar el hilo inestable que unen mi garganta con mi mente y mi alma, mi cabeza con sus manos y mi corazón con mis pies. En mis oídos resuena música bendita y es a lo único que pertenezco, más allá de los tiempos y del todo: En mis venas no hay espacio para nada más.
Esa es la razón por la que pido algo tan simple. He dado todo, pero no puedo sino que encerrarme en el eterno círculo del recuerdo, donde la sangre corre y se lava en mis manos.
Necesito el odio. El ODIO. EL ODIO. Nada más aparte de eso. El odio es la peor muerte, e igual de irrevocable.
Un disparo lo cayó para siempre, y desde la voz que surge en mi nuca, en su nombre les doy las gracias.

viernes, noviembre 30, 2007

Tick Tick Boom

Sí, no hay ideas a esta hora de la noche. Por eso dejo un videito y mañana, prometido, una entrada como la gente.

jueves, noviembre 29, 2007

Diario: Dia 2

Día 2

“had a sign in my hand
cause the time were no good”

The Hives – A little more for little you

Con pereza, después de una noche cargada de horas, pesadillas y destemplanza, logré abrir los ojos y aprestarme para salir adelante, paso a paso, por el resto del día. La habitación me recibió con tu ausencia cínica, de horrores vedados que se anidan en lo profundo del ama, y en el techo dibujaba sombras grotescas, reflejos de una vida que corría detrás de las paredes que daba por sentado durante un tiempo me serían infranqueables. Tomé este cuaderno y redacté las primeras notas de la mañana, ajeno a lo que marcaba el reloj detrás de mí. El silencio contemplaba sobre el calor que se iba amontonando debajo de la puerta.

Escribí un par de boludeces que terminaron tachadas. Ninguna idea terminaba por cerrarme, por muchas vueltas que les buscara, y desistí. Dejé el cuaderno sobre el lugar que ocupaste durante tanto tiempo a mi lado, con un pensamiento que se me venía de fomra recurrente a la cabeza: EL fragmento de una canción que tiempo atrás nos había parecido espléndida y que ahora me resultaba, en particular, desagradable y que, desde tu ausencia, se me hizo presente durante todo este largo día.

Insalvable. La puerta, la pared, las ventanas, el ruido colmando cada rincón, escurriéndose entre añicos amontonados y desparramados a lo largo del todo. Es difícil lograr diferenciar esta tragedia de todas las anteriores, de todos los escollos superados, de tantas mañanas acontecidas; de este mutismo escultural de paredes mudas y pasos resonantes. ¿En que momento el declive de la vida nos llevó a esta posición, conmigo en este lugar muerto y a ti entre ensoñaciones esquivas de noches tormentosas?

Decidí salir y vivir un poco. Tratar de superarte, aunque más tarde me di cuenta que no estoy escribiendo un diario, sino más bien una carta larga, como si estuviese tratando de mantener ese vínculo inexistente que antes nos había unido. ¿Por qué escribir “te” en vez de “le”, por ejemplo? No lo sé. Me siento cómodo hablándote desde esta distancia que ahora pone un mundo de diferencia entre esta persona torturada que estampa su vos sobre el papel y vos, que puede que me leas o no, dentro de días, meses, años de diferencia. Por esa razón, creo, escribo este soliloquio eterno, como si hubiese alguien del otro lado que me estuviese escuchando y fuera capaz de estrecharme en un abrazo, como tantas veces lo habías hecho antes. Tal vez tener tu recuerdo presente y la esperanza de tus brazos son las respuestas.

Son costumbres difíciles de erradicar, las del desolado.

Salí a la calle, prometiéndome no flaquear al cruzar las esquinas donde supimos encontrarnos y perdernos, pero algo dentro de mí sabía que estaba dispuesto a subir escalones, torcer calles y recordar portales, en busca de la nostalgia y a la vez movido por ella. El mensaje de un amigo había sido el catalizador y fui derecho al bar. Derecho, si no se toma en cuenta el laberinto de edificios y pasajes que recorrí con nada más que vos dentro de mi cabeza.

Dios. Tengo que sacarte de encima. ¿Ves porque no sirve de catarsis escribir sobre eso? Para sacarte de encima mediante las palabras debo llevar el dolor al límite difuso de mi piel, sudarlo e impregnar las hojas y el aire con el aroma pestilente del sufrimiento. La única forma de llegar a esa extrema agonía es llorando cada gota y dejarme caer ante tu presencia etérea y onírica. Tengo que liberarme de ti, pero este catalogo de días y torturas es más fuerte de lo que en realidad aparenta.

Me encontré con Alejo en el bar en que nos habíamos citado. Él estaba en la misma desesperada situación en la que yo me encontraba, pero no parecía ser tan urgente, aunque en su cara pude ver ciertas reminiscencias con el hombre amanecido ayer en el espejo de mi casa. Nos estrechamos en un abrazo fraternal y tomamos asiento, detrás de humeantes tazas de café, puestas ahí por las temblorosas manos del mozo. En sus gestos había cierto temor, como si fuéramos presagios de una terrible enfermedad. Yo, en cambio, lo reconocí ya preso de la misma dolencia que cada vez parecía tener más adeptos. Debe ser que en lo rostros de una ciudad tendemos a poner nuestros propios malestares.

Conversamos largo rato y al café terminaron sucediéndoles platos de comida, un par de cervezas y otro café, como postre. La luna se alzaba sobre el perfil iluminado carente de estrellas cuando nos despedimos, ambos dolidos por las tragedias del otro y sufriéndolas sobre nuestras pieles. Las calles estaban curtidas del paso de los autos y enajenaba todo sonido a una mezcla aturdidora, indiferente a cualquier oído. La ciudad estaba muerta bajo la noche que se acontecía.

Volví a casa, preso de la urgencia del agua de la ducha. Todo se estaba convirtiendo en una acto reflejo, excepto las notas tomadas a las apuradas en todo: boletos, servilletas, tapas de cuadernos, hojas de diario, folletos, libros. Incluso mis brazos tenían trazos apenas visibles de letras y palabras, productos de algún aforismo o reflexión de último momento. Pensé en la música que escogería para el primer día de lo que estaba decidido sería el resto de mi vida, aunque cayera ante el defecto impostergable de pensar en ti y en la ausencia que te venera.

Por una ventana abierta a las calles vacías y dormidas del barrio, emergía la voz de Ricardo Arjona entonando una canción melosa, que parecía cargar con una verdad inequívoca y certera. Un tono dulce, femenino, de adolescente lo acompañaba, y podía imaginarme las muescas que hacía enfrente del espejo, moviendo las manos siguiendo el ritmo harto pegadizo. Me acordé de otro abandono similar y pensé en como parecía repetirse todo de vuelta.

Cargado de violencia, suspiré por lo bajo. Eso si que estaba como para cortarse las venas.






The first day of the rest of my life (X)

miércoles, noviembre 28, 2007

Stop

Ni el lunes ni ayer hubo ficción en los canales de aire porteños y la pausa se mantenía hasta la tarde de ayer, cuando se reunieron los representantes de la Asociación Argentina de Actores en el Ministerio de Trabajo para tratar de llegar a una solución al conflicto desatado entre los Actores y la Cámara empresarial de productoras y canales de televisión.

"El conflicto es estrictamente laboral y estamos convencidos de la solicitud de 8 horas y 45 minutos de grabación, en lugar de las 11 que vienen usando los empresarios de la televisión para la grabación de tiras o unitarios".

El conflicto, según aclararon los delegados, se mantiene en torno al desacuerdo que "todavía persiste" y por el cual se realizó la reunión en la cartera laboral con todas las partes involucradas. "También está el tema salarial pero allí no hay tantas diferencias".

Extraido de la La Voz

Ahora.... Si con 11 horas de grabación no son capaz de hacer algo como la gente, se imaginaran lo que seria con 8? Mientras, en GH, trabajan full time y nadie hace bardo por eso. Y si argumentan que GH es la <>, prefiero quedarme con el Second Life...

martes, noviembre 27, 2007

Behind Blue Eyes

No one knows what it's like
To be the bad man
To be the sad man
Behind blue eyes

No one knows what it's like
To be hated
To be fated
To telling only lies

But my dreams
They aren't as empty
As my conscience seems to be

I have hours, only lonely
My love is vengeance
That's never free

No one knows what it's like
To feel these feelings
Like I do
And I blame you

No one bites back as hard
On their anger
None of my pain and woe
Can show through

But my dreams
They aren't as empty
As my conscience seems to be

I have hours, only lonely
My love is vengeance
That's never free

When my fist clenches, crack it open
Before I use it and lose my cool
When I smile, tell me some bad news
Before I laugh and act like a fool

If I swallow anything evil
Put your finger down my throat
If I shiver, please give me a blanket
Keep me warm, let me wear your coat

No one knows what it's like
To be the bad man
To be the sad man
Behind blue eyes