viernes, febrero 01, 2008

La soledad

Se enlazaban hasta el infinito los anillos húmedos sobre la mesa.

Hasta el infinito, escapándose de la mesa.

Cruzando la puerta y cruzando la peatonal sin sentido ni direccion fija. Sólo viajando hacía donde se posara el vaso nuevamente.

Llegando a la Colón y bajando por General Paz.

Frente a la Catedral, enlazados estaban, uniendo esos hilos invisibles que vibran con el paso de las personas.

Y él, ahí, lejano al mundo.

Viviendo para todos. O para nadie

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