lunes, enero 07, 2008

Ocho

La moneda,
que se bate en duelo con el aire,
representa un sencillo destello
de agonizante estrella
en combate con la suerte.

Gira y despierta brillos
de surreal frescura
entre las miradas que claman
en silencio.

Un espejo de batientes alas
humedece el cobre que cae
y disimula
mis lágrimas, cargadas
de agonía.

¿Decidiste así
o soy tan sólo
yo quién decide
oscilando
sobre mapas
de estrategias
inconclusas?

Ojos tristes
recorren fantasmales huellas
dibujadas en la melodía
que recorta la mañana,
mientras el sol
marca una tragedia
naciendo
en las inmediaciones de los puentes.

Las veredas
no parecen ser más
que flechas que huyen
en direcciones desconocidas,
pero de puntería perfecta.

Nos guía. Tu perfume. Nos guía.

No hay ciudad que sobreviva
al más mortal de los hombres

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