lunes, enero 07, 2008

Diez

Entre mis manos
tengo
una tormenta.

A la orilla del infierno
se erigen mil ciudades.

La vida es una poesía, inconclusa,
de versos impares,
palabras perdidas
y nubes tapando
un sol que
en ningún lado
puede verse.

Hay un río
que navega
en un mar
de edificios
sin rostro.
Mi ciudad,
tal vez,
como destino
en su huida sin estelas.

Entre mis manos
tengo
una tormenta.

Cenicientos pasos
quedan grabados
en una arena sepia.
Tan sólo
unas palabras sin valor
hubiesen podido
salvarme,
entre estas casas
de arrabales ajenos
a la desgracia que los abate.

La música suena en una ciudad
que es todas las ciudades.

Entre mis manos,
la tormenta se desata,
y la paz, solicita,
rugiendo sobre desiertos
de rostros mudos.

Un río de furia, tiñe los rostros. Adiós.

0 sorprendidos por semejante idiotez: