jueves, diciembre 20, 2007

15 Minutos A Solas: El arte de hacer catarsis

No soy de hablar mucho sobre lo que me pasa o deja de pasarme. Siempre trato de hacer de este blog algo cuyo único contacto tenga con mi vida diaria sean mis intentos de producciones literarias. Por eso, una parte de mi se resiste de sobre manera a escribir estas líneas, juzgándolas de innecesarias, porque apuntan a un objetivo específico y, dentro de todo, bastante trivial, como es el problema que parece competerme.

Voy avisando que esto no es ninguna campaña de marketing viral, onda la de Alejo, su jefe, las firmas y una marca de fernet que busca posicionarse, aunque el trasfondo tiene bastante en común con esto que me está pasando. Con esta mierda que me carcome y saca a relucir, de 14 a 22, lo peor de cualquier persona.

Odio, pero odio, mi trabajo. Con todas las células de mi ser y cada atisbo de voluntad que pueda contener este cuerpo. Odio tener que tragarme dos horas de viaje para ser despreciados por personas que, al fin y al cabo, tienen razón en criticar un sistema de salud decadente y con miles de errores, del cual yo soy la cara. “Carne de cañón”, dirían las novelas militares de Tom Clancy, o “Puesto de Avanzada”, en una terminología militar más específica. Pero la cuestión no pasa por los pacientes ni por sus achaques imaginarios o reales (hay muchos de ambos), ni por el servicio de emergencia que rompe las pelotas todo el santo día para conseguir una cama o derivar pacientes. No, no es culpa de ellos, como tampoco siento que sea culpa mía.

“¿Por qué seguís trabajando ahí?”, preguntará más de uno. A decir verdad, a un año de haber empezado a forjarme un destino laboral mediocre e intrascendente, creo que es más por costumbre que por otra cosa. Hay cierta comodidad ya en estas paredes, hay una familiaridad en algunos rostros y sonrisas cómplices en algunos nombres. Todo esto, que ahora desprecio y que tengo ganas de partir a hachazos, forma parte de una persona que lo reniega, y que quiere deshacerse no solo del inmueble de ventanas soldadas, sino también de lo que ese sistema, esa estructura infame que privilegia lo económico sobre lo humano, ha hecho de mí. No hay otra alternativa, por lo visto, en un mercado saturado de oferta pero carente de demanda. Tantos trabajadores como empleadores son víctimas en estos mecanismos siniestros de selección.

Me da vergüenza sentir que he perdido muchas de mis cualidades. Ya no siento compasión por una persona de edad avanzada, que a duras penas puede caminar. Mejor dicho, no siento compasión en el sentido de moverme a ayudarla, antes que dejarla quieta en ningún lugar. Eso me enferma. Me hace sentir horrible ver como antepongo concepciones ideológicas, que no comparto, sólo por el hecho de mantener un puesto de trabajo. Me da asco ver esa ortodoxia hospitalaria, ese dogma capitalista que a la fuerza nos imponen un sistema de auditorias y gerencias de médicos que promulgan el pensamiento de que “un hospital tiene que funcionar como un supermercado. Si no hay plata, no se atiende”. ¿Qué pasó con la persona que hace un año habría tendido una mano y habría levantado su voz para hacerse oír, que recriminaba las falencias del sistema que ahora comparte?

Odio eso que me hace quien soy. Aceptar vestir este traje, formado por gerenciadoras, obras sociales y compañías de seguros que anteponen su capital antes que la salud de un paciente, ha sido tal vez el peor error de mi vida. Y ahora que estamos llegando a las fiestas, es lo único que siento que debo “balancear”.

A cualquier paciente que lea esto y que se atienda en cualquier hospital, en nombre de la mayoría de los secretarios, les doy las gracias y les pido disculpas. Primero, por, de algún modo, contribuir al sueldo que nos pagan (cuando nos pagan, vale aclararlo); y lo segundo, por la forma en que lo tratamos, como si usted fuese el culpable de todo lo que nos pasa.

Admito que ciertas preguntas pueden formarse en la cabeza de todos quienes estén leyendo estas líneas, porque a mi también se me han formado. Varios “cuales”, “porques”, “comos” y “cuandos”, como a mi. No entiendo como pude observar primero, con tanta pasividad esto, y ahora tener el enojo, la furia para levantarme, pero verme atado (por un sueldo y una responsabilidad) a este silencio que de este modo (virtualmente anónimo, circunspecto a quienes caigan por azar aquí o que busquen deliberadamente una razón para despotricar) trato de romper. Es una manera de reivindicarme, creo, por el mal que podría haber llegado a hacerle a muchas personas, ya sea recibiéndolos mal, o desatendiéndolos por necesidades más “lucrativas”.

Pero hoy, maldito jueves 20 de diciembre (seis años de los históricos cacerolazos y del después desoído “que se vayan todos”), sentí caer en mi vaso, mi pequeño vaso que tantos torrentes creo que ha contenido, la fuckin’ gota que prologa estas palabras.

Primero: Por enésima vez en el año, nos han metido la mano en el culo. Lisa y llanamente. A esta altura del mes (empezando la segunda decena y a cinco días del comienzo de las fiestas), todavía no hemos cobrado. Sí, tan simple y literal como se lee ahí arriba. De los esfuerzos hechos durante el mes de noviembre, no hemos visto un solo centavo. Y ni hablar de cobrar los aguinaldos, que se adeudan desde diciembre del año pasado. O de la “nueva” (vieja, en realidad, porque ahora se ha actualizado nuevamente y vaya a saber uno cuando irá a cobrar eso) escala salarial, convenida en enero de este año, cuyos aumentos hemos visto recién desde septiembre, y que también (oh! maravilla de las ciencias ocultas y herméticas) todavía no hemos cobrado el retroactivo adeudado.

Segundo: Lo confieso. Soy una persona improlija. Por lo que a mi me concierne, una remera de “Jackass" y un caqui de tela de avión es buena ropa para ir a trabajar. Puede que mi modo de ver estas cosas sí este mal. Pero hago lo que tengo que hacer para remedarlo. Por eso ahora uso camisas y jeans, ropa que muchos otros no usan. Pero no va por ese lado. Es decir, forma parte del subconjunto “estética”, pero no pasa por la ropa. Es por el pelo. Ya es suficiente con que tenga que usar una vincha (suena a histeriqueada, pero me enferma) como para que venga encima alguien que no se de que puta manera llego a dirigir un departamento de recursos humanos (“vox populi, vox dei”, reza un dicho romano, pero yo soy una persona más empírica, so) a decirme que me la saque, porque “hay que venir presentables”. Que me critiquen la prefacturación que no hago, más allá que me parezca absurdo al haber un departamento destinado para eso, vaya y pase. Pero que un esfuerzo honesto por estar presentable, no. Más cuando tengo razones de sobra como para plantarme enfrente de la guardia y decir que estoy de paro por tiempo indefinido

Tercero: Que me saquen el franco que tenía para el miércoles 26, debido a que tendré que ausentarme forzosamente por el paro del transporte interurbano. No sé que dirá la ley, pero esto me parece un atropello, más cuando alguien que te reniega el esfuerzo laboral de una persona que vive a 40 km de distancia, te dice que “hay que ser solidarios con los compañeros”. Primero sean solidarios con los empleados, que mierda, que están a menos de una semana de Navidad y muchos de ellos no van a tener plata para comprarles regalos a sus hijos, novias, amigos o familiares. Y segundo, hay que caminar con la cabeza bien en alto para pedir solidaridad cuando, por hacer valer sus derechos laborales, se despidieron a 30 personas de un solo saque.

Cuarto: La indecisión sobre las vacaciones y el pésimo trato que nos quieren hacer aceptar. Primero, la idea de tener un período de licencia es descansar. Es la base de la idea, lo que fundamente el concepto. Ahora, como vamos a poder descansar, si no sabemos cuando vamos a salir de vacaciones y tenemos que andar estipulando con fechas y horarios, además que después del período de licencia correspondiente nos quieren hacer trabajar durante las licencias de los otros muchachos, sin francos. Léase “sin descanso”. Lo que implica hacer un mínimo de 20 días de corrido. Dicen que nos van a pagar esos francos trabajados, pero ¿con un “historial” de promesas caídas en sacos rotos no se hace difícil creerles? ¿Con una deuda seria como las que acarrean no pierden algo de credibilidad? Yo nunca cobré una guardia que hice el 26 de julio, so get the picture. Vua’ confia’, yo.

Lo de las vacaciones particularmente me enferma porque es posible que me pierda un viaje planeado a la costa, y el Cosquín Rock, además de complicarme sobremanera el cursado del ingreso a la facu. y rendir las últimas materias del secundario. Así que, como verán, me da por el centro de las pelotas.

Estos son datos inconexos aparentemente entre sí muestran la cara que se mantiene oculta en la salud: La presión que recibimos quienes estamos en la primera línea de batalla, sean enfermeros, médicos o personal administrativo. Es muy sencillo decir, desde una oficina oculta dentro de un establecimiento, sin señalización o bajo la excusa azarosa que da un teléfono móvil, que tal o cual obra social no se atiende, cuando no tiene que mirar a los ojos a una persona y decirle que sus hijos no pueden hacerse atender. Decir eso, y encima justificar lo que opinan los de arriba, es lo que me hace sentir horrible. Es lo que me transforma en algo que odio.

Ese es el grave problema que tiene la salud argentina. La desatención a los usuarios, primero; y al personal, segundo. La concepción mercantil que se tiene, esa manera de ver al paciente, un ser enfermo y con problemas, como un cliente, es un grave error que tarde o temprano llevará al hastío, por parte de los usuarios y por parte del personal, que estamos hartos de ser estafados una y otra vez.

Ese es nuestro error. Dejar que nos sigan cagando. Pero es como decía Orwell, mediante su icónico Winston Smith, “la fuerza de la rebelión está en los proles, pero hasta que no se rebelen, los proles no serán concientes de su fuerza”

4 sorprendidos por semejante idiotez:

ViC dijo...

"una remera de “Jackass" y un caqui de tela de avión es buena ropa para ir a trabajar"

Y para bailar, comer helado, visitar a tu chica y asistir al bar mitzva de tu primo.

El Holandés Herrante dijo...

Yo apoyo la moción de "paro por tiempo indeterminado", "pan dulce y cerveza para todos" y que se vayan todos a la puta madre que los remil pario.
Eh?
(maldita vocecita en mi cabeza)
Qué?
ah!, esta bien, tengamos espiritu navideño, dejemos de lado la cerveza...

...cambiemos por fernet con soda para todos!!!

Anónimo dijo...

1º. Si no te gusta el hospital porque no te vas y buscas otro trabajo? Es cierto que uno se encariña con la gente de ahi pero no es para tanto.
2º. Quien se pensara que es esa idiota de jefa de personal? seguro de pedo termino la secundaria. "corazooon ..."
3º. Me dijeron que con la nueva gerencia a personas como marcela juan, lic. monzon y otros/as los tienen cagando. Ojala que si, es hora de que esa gente trabaje. jaja

Matías Orange dijo...

@Vic: Costo mucho que dejara de usar eso porque era el standar de uniforme callejero que use durante los ultimos dos años. Es aplicable a cualquier cosa y la etiqueta "uso general" le va como anillo al dedo.

@Pablo: que se vayan, nomás. Se fueron pero se llevaron todo. Asi que si, más que nunca. La puta que los pario.

@Anonimo: Para criticar hay que dar alguna parte de la cara. O tener la cara de piedra, como es mi caso. No sé si las cosas serán asi, pero espero que todo cambie para mejor porque estoy harto que me hagan un tacto rectal durante la primera mitad de todos los meses con esto de los sueldos y etceteras. Por lo visto sabes más de lo que mostras. Saludos y gracias por pasarte.