martes, noviembre 27, 2007

Diario: Día 1

Día 1

“In the neon sing scrolling up an down
i am born again”

Radiohead – Airbag

No haré referencia al hueco vacío que dejaste en la pared de la casa. Al extraño espacio libre de mugre y de cosas donde supieron estar tus libros, tus cds, tu ropa y todo lo demás. No diré nada del vaso con agua un tanto podrida y el plástico resquebrajado donde tu cepillo de dientes, por alguna razón, dejo de bailar esa extraña danza de compañía indolora que llevaba a cabo con el tubo de dientes y con el otro cepillo, el mío. No diré nada de nada, más allá de lo dicho y de lo que intuye el lado izquierdo de la cama, donde aún están las manchas de saliva resecas sobre las sabanas.

Te has ido. Te has llevado todo lo tuyo, excepto el disco que ahora escucho, en parte porque es un discazo, en parte porque era tuyo, en parte porque es el soundtrack perfecto para esta desolación de huellas apenas dibujadas entre el polvo del piso.

No estoy haciendo catarsis con esto. No te creas. Ya he llorado, he implorado, he aceptado la vergüenza y la humillación con tal que te quedaras. Lo había hecho antes y no hubiese cambiado nada que lo hiciera o no de vuelta. Pero, dentro de ese patetismo acto de tozudez, algo dentro de mí decía que tu decisión sería irrevocable. Por eso sé que aún tengo lágrimas por llorar, ruegos que implorar y campos que atravesar arrastrándome sobre vaya uno a saber que inmundicia.

No creas que estoy haciendo catarsis con esta oda al pasado. Esos tiempos han pasado. Ese día fue ayer, y en mis oídos resuenan los gritos desgarradores de la madera quebrándose bajo el peso del hacha cayendo una y otra vez sobre vaya saber que mueble. Trato de no recordar, porque tengo ese veneno maldito corriendo por mis venas, y tengo miedo, en forma de una sensación desconocida, de que el camino sea más largo de lo que se atisba. También llevo la certeza de que así es.

Aún no me he levantado de la cama. Estoy inclinado sobre mi cuaderno de notas, garabateando sobre el papel, esquivando las huellas pesadas y húmedas de las lágrimas. Demasiadas cosas no me cierran, revuelven mis pensamientos y juegan con los haces de luz que entran por la persiana. Es una luz mortecina, de ocaso o de amanecer. De las dos cosas, de una sola. No me importa. Ilumina mis piernas estiradas debajo de las colchas, las almohadas desgarradas y contenidas en mil abrazos, los rastros del lloro, la presencia del dolor.

Te fuiste, y yo sigo aquí, como un espectro imperturbable. Te llevaste todo lo que pudiste en ese momento, incluso hasta algunas cosas mías. Pero eso no importa, porque te olvidaste de algo demasiado importante. Tu sombra. La maldita sigue aquí, estupefacta como yo. Una noche fugaz y errante entre los ecos que rebotan en las paredes del living y del comedor, entre las risas y las discusiones. Quisiera que se fuera, porque no sabe que hacer y se acurruca junto a mi, bajo esta iluminación ensoñadora, para que la cobije. Y eso me cae para las pelotas. Honestamente.

El teléfono suena. ring ring ring ring. Pero no voy a contestarlo. El nudo que tengo en la garganta creo que es imposible de destrabar y va a seguir estar estando ahí un tiempo. ring ring ring ring. El silencio hace que suene con mayor fuerza, como si fuese inexorable y sí o sí tuviera que contestarlo. Puede ser algún amigo, pero en este momento no me siento con las fuerzas como para recibir palabras de aliento, nomás. Necesito un sustento veraz. Algo que me ayude a ponerme de pie y sostenga mi cabeza en alto. Que me de vida. Que me mueva y que me despierte.

ring ring ring ring... clank...

Así suena un teléfono estrellándose contra la pared, mientras la música suspira this is what you get, this is what you get, this is what you get, when you mess with us. Suena clank y un instante después queda callado. Aproveché entonces y fui al baño. Encontré a un desconocido sucio, algo barbudo y con ojeras indescriptibles. Un desecho demasiado humano, al que reconozco como propio. Es sombra, reflejo y esencia.

Ladridos a los lejos. Este día recién empieza en el mundo y para mi parece incluir demasiado finales. No se si podría soportar esta noche que ha llegado durante demasiado tiempo. Pienso en eso y las lágrimas del espejo me conmueve. La canilla suelta el agua que corre hacia el desagüe en una carrera infinita y no queda otra que mirarse, con la furia en los ojos, las venas rugiendo y el cuerpo transformándose ante la derrota.

El mundo sigue su curso y me quiere dejar atrás, preso en las trampas de arena que traman el tiempo y la mente. Las sombras se mueven, se agrandan y se achican. Los objetos cambian su apariencia y quieren enajenar mi alma de esa posibilidad de transmutarse con el paso de las horas. Hay dolor, sí, en cada centímetro de mi ser. Pero bajo la mañana, me doy cuenta que algo más corre por mis venas. Algo más vertiginoso que hace que la lapicera con la que escribo siga a duras penas el ritmo de mi mente, de mi alma, de mi esencia. Algo que se ve surgiendo como una catarata de esperanza entre el hueco limpio, virginal, desdichado de la pared donde había vaya a saber que mierda que te llevaste. Siento que sé el nombre desde el principio de los tiempos, pero que recién ahora despierta. Espero que sea eso lo que me hace mover, entre los pasos desdibujados sobre el polvo y el hedor del abandono.

Espero que sea lo que hace mover a la gente en los tiempos de extrañeza y sinrazón. Espero que lo que late en mis venas no sea veneno, sino la ansiada Euforia.



This is what you get, when you mess with us...

2 sorprendidos por semejante idiotez:

Darth Murray dijo...

Karma polís, arrest this man (8)
(linda forma de cerrar)

El Holandés Herrante dijo...

Hermoso. Muy bueno, che.
Me mató esto:
"el hueco limpio, virginal, desdichado de la pared donde había vaya a saber que mierda que te llevaste."
Es una verdad total, las mujeres acarrean cosas que uno ni sabia que existian en la casa hasta que se la llevan.
Me gusto.