sábado, septiembre 15, 2007

Instrucciones para leer un cuento de Cortázar

Este post lo escribió Santiago Aguzin, un fanático del abandonware y un ávido lector, que escribió lo que sigue para un diario escolar de su pueblo. El chabón tiene 16 años pero ya se perfila como bloggero en potencia xD... A él le dedico el post 65 del foro

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La idea original de esta nota dar mi opinión acerca de Bestiario, el debut oficial y una de las tantas obras consagradas de Julio Cortázar. Después de idas, venidas y cantidad de tachones y correcciones de por medio, decidí que era imposible definir la magia que transmite Cortázar con cada cuento y que lo diferencia entre tantos otros autores. Un humor inteligente, acompañado de ideas que oscilan entre lo fantástico y lo absurdo lo caracterizan por sobre todas las cosas. A través de este manual de instrucciones quería dar a conocer a este genio de la literatura, pero más que nada adentrarlos –y prepararlos, por qué no–, en lo que es su obra.

¿Explicar o sugerir?
Muchas veces, los lectores somos agobiados por una cantidad de descripciones, que lejos de hacer atractiva la lectura, la vuelven terriblemente molesta; ¿quién quiere leer una obra ya masticada y digerida antes de llegar a nuestras manos?
A este problema surge un recurso literario, la narración por omisión; consiste básicamente en la supresión intencional del hecho principal de la historia durante su narración. Esto provoca silencios, espacios en blanco que el lector deberá o no completar utilizando su propia capacidad.
Este recurso fue usado cantidad de veces por Julio: un cuento policial cuyo crimen siempre tiene autor pero nunca motivo (Los amigos), o más asentado en Casa Tomada, que fue considerado una alegoría al gobierno de Perón, son algunos ejemplos de lo significativo de esas ausencias en la literatura de Cortázar.

Lo fantástico en un marco cotidiano.
Rara vez nos encontramos con un cuento de Cortázar que no tenga su cuota de fantasía e inevitablemente el absurdo, en la mayoría de los casos. “A mí me sucede todo el tiempo, en cualquier momento que podemos calificar de prosaico, en la cama, en el ómnibus, bajo la ducha, hablando, caminando o leyendo, hay como pequeños paréntesis en esa realidad (…)”. Así lo definía él en una conferencia que dictó en 1982. “De repente, la paz de la vida cotidiana es perturbada cuando alguien empieza a vomitar blancos conejitos” (“Carta a una señorita en París”); “Una sociedad con el nombre de Los limpiadores de estrellas, provista de todos los elementos de limpieza necesarios, se encarga de limpiar todas las constelaciones que así lo deseen” (“Los limpiadores de estrellas”). Estas historias pueden servirles cómo ejemplo para ilustrar la genialidad del escritor, cuando de inventar se trata.

Buen humor por sobre todas las cosas.
Rara vez veremos a Cortázar abordar un chiste “industrializado”, o hacer uso del sarcasmo; son dos campos que, lejos de utilizar como recursos, los abomina.
Esto no quiere decir que deje el sentido del humor de lado, sino que lo aborda desde la ironía y los juegos de palabras, generando muchas veces un lazo de complicidad con los lectores; tal vez no lo notes demasiado hasta haber saboreado Historias de cronopios y famas, en cual llega a su límite de genialidad –si de humor hablamos– y nos deleita con un manual detallado que incluye las instrucciones para llorar, para tener miedo (incluyendo ejemplos prácticos) o para subir una escalera entre muchas otras.

Cortázar es un escritor que hay que leer, siempre. Sus cuentos, una mirada poética capaz de enfrentar las miserias de la rutina y el sentido común, su imaginación y el humor, lograron conquistar el corazón de miles de personas.

Santiago Aguzin.

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