viernes, septiembre 14, 2007

"La Señal", de Ricardo Darín

Tal vez haber leído el libro unas cuantas veces antes me haya jugado en contra a la hora de ver esta película, a la que esperaba con ansías desde el momento que me enteré que estaba en producción. Lamentablemente, la muerte de Eduardo Mignogna hizo que el proyecto quedara incompleto, hasta que Ricardo Darín (que interpreta un excelente "Pibe" Corvalán) se puso el proyecto al hombro y lo sacó adelante.

La película trata sobre las aventuras que tienen dos detectivs privados, el "Pibe" Corvalán (interpretado por Ricardo Darín) y Arturo Santana (Diego Peretti) en la Buenos Aires de 1952, donde se ven envueltos en una disputa mafiosa con aires de "vendetta".

Lo más sobresaliente de la película fueron sin duda las actuaciones de Darín y Peretti (quien interpreta al compañero del "Pibe", Arturo Santana), a quienes le calzan como guantes los personajes (más aún en el caso de Peretti), que parecen haber sido escritos a su medida. Se hace obvia, entonces, el porqué Mignogna los eligió en un comienzo.

También son muy llevaderas la forma en que se ambienta la película y en como se trata la imagen, que lleva ese aire implícito de cine negro en el cual los detectives eran casi siempre sus figuras centrales.

Pero ahí recae en uno de sus mayores problemas, más allá de la adaptación: La falta de ritmo. La película se deja estar en muchas partes, y decae el ritmo de novela policial que iba manteniendo en sus comienzos. También peca de tener diálogos pocos creíbles mezclados con líneas excelentes, casi siempre estas a cargo del personaje de Peretti, un peronista ortodoxo que mezcla inglés con español en sus frases y nos recuerda a la juventud de ahora, tan asidua a hablar en lenguas foráneas.

El mayor problema, para quién haya leído el libro, es la mutilación del argumento: Sacan personajes importantes (entre los que se encuentra la madre de Corvalán, al que suplantan por el padre, quien se encontraba difunto en el libro) y lugares que, por lo menos a mí parecer, eran insustituibles a la hora de la adaptación, como el cafetín donde almorzaba Corvalán con su madre, y donde se suceden secuencias importantes que fueron (o debieron ser, para precisar un poco más) adaptados, mezclando situaciones que se encontraban alejadas en la ficción literaria para otorgarle mayor dinamismo al resultado final del celuloide. Estos cortes y mezclas, sin embargo, pasan desapercibidos al ojo de quienes no hayan leído el libro, haciendo incluso del final (otro de los tantos ultrajes y que me remitió a "Quint's World", de Fuller; por la contundencia) impactante y realmente inesperado, incluso para quienes lo hayan leído.

En fin, es una película aceptable, como para ver un día de lluvía como fue ayer en Córdoba, aunque la película decae un poco por la falta de ritmo y algunas incoherencias argumentales que, de nuevo, se me hacen visibles por haber leído el fuckin' libro varias veces antes.

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